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lunes, 26 de abril de 2010

Capitulo 23



Abrí el paquete de galletas. Me las comí todas. Una tras otra, pensando en por qué mi hermana estaba así, por qué mi madre no pensaba un poco más, por qué aquel chico me había besado. Mis preocupaciones no me dejaban apenas vivir por eso decidí comer.

Volví a mi habitación sin pensar en nada. Contando los escalones. Nunca me había fijado de que en las escaleras de mi casa había dieciséis escalones. Abrí con fuerza la puerta de mi habitación y me tiré en la cama. Me quedé dormida. Perdí la noción del tiempo, me sumergí en un bonito y profundo sueño. Allí donde no me importa lo que esté pasando en este momento sin miedos, sin preocupaciones sin nada.
El móvil comenzó a sonar.
-¿Si?-pregunte algo dormida aún
-Nicole ¿a qué hora piensas llegar?
Miré el reloj las nueve. Lo había olvidado por completo.
-Lo siento. Voy.
Pulsé el botón rojo de mi nuevo nokia, lo bloqueé y me lo metí en el bolsillo.
Abrí la puerta, bajé las escaleras esta vez sin contarlas. No tenía tiempo.
-Adiós me voy
Nadie me respondió aún así yo cogí las llaves de casa y cerré la puerta con un portazo de esos que tanto mamá odia. Yo qué se que estarían haciendo las dos en aquel momento que ninguna me respondió, no hizo ni el más mínimo ruido.
Fui andando me convenía moverme un poco después del atracón de galletas. Algo muy normal en mí. Todo lo que le falta a Catherine me sobra a mí. Pensé mientras caminada. Me volví a poner melodramática, decidí olvidar aquello que había pensado y comencé a mirar a mi alrededor. Mujeres paseando a sus bebés, dos o tres enamorados besándose o andando de la mano por la calle. A lo lejos "Heladería Farineli-Nuevos sabores" , me di una pequeña carrera y llegué ahí estaba Samanta algo nerviosa con dos o tres tarrinas de helado ya acabadas, dándole golpecitos a la mesa con la camiseta manchada de fresa.
-¿Estaban buenos los helados de fresa?
-¡Capulla! Podrías ser un poquito más puntual
-Lo siento de verdad. Me he quedado dormida.
-Jaja anda.

Saqué la silla enfrente de ella y me senté. Llamé al camarero con una mueca. Un chico bastante joven, rubio de ojos marrones. No muy guapo según mi criterio.
-Tres bolas de chocolate
-Enseguida señorita.

-¿Y bien qué era eso que me tenías que contar?-dijo Samanta algo impaciente e intrigada.

Le conté tondo lo del chico de las Ray-ban desde el principio hasta el fina. Samanta se partió de la risa.

-¿Se puede saber que te hace tanta gracia?
-Nada, nada..
-Dímelo
-Enserio que no es nada.

Llegó el mismo camarero con mi helado, me lo dejó sobre la mesa.

Cogí la cucharilla y comencé a comérmelo. Estaba muy bueno, pero no tanto como las galletas. Samanta comenzó a mirarme celosa.

-¿Qué te doy envidia?
-No, el mío era más grande
-Jaja Idiota

Me lo acabé rapidísima y volví a llamar al camarero.
-La cuenta por favor

Se fue y volvió con un ticket.

-Es caro ¿eh?-le dije bromeando
-Bueno si quieres te puedo hacer un descuentillo
-¿Enserio?
-Bueno mejor te regalo el helado.
-¿Bromeas no?
-No
-Muchas gracias de verdad
-De nada señorita.

Hizo una pequeña reverencia yo me comencé a reir sin poder aguantarme y Samanta a mi lado estaba casi llorando ya de la risa.
El camarero nos volvió a echar una miradilla, le sonreímos y nos marchamos felices.

-Ves soy tan guapa que hasta me regalan helados
-Ya, eso es por que me han visto a mí.
-Si, si claro

Samanta me metió un empujón , me tiro al césped. Se tiró encima mía. Parecíamos dos niñas pequeñas que peleándose por su barbie. Dimos vueltas y vueltas. Luego nos tendimos una al lado de la otra a pensar.
Samanta me caía bien ¿Qué digo bien? Casi me había olvidado ya de Sophie.

Me despedí de ella. Me levanté me sacudí la falda y me volví andando.

Aquel mercedes rojo. Aquella falta por los tobillos, ese polo apretado. ¡Melissa!
Casi me desmayo al ver lo que estaba viendo. Era ella, ella. Besándose con el chico de las Ray-ban, con mi chico de las Ray.ban. No sé porque pero me molestaba.
Me quede un rato perplejo embobada mirando como continuaba aquel beso.
Me tape la boca, los ojos. Me eche a reír. Tenía ganas de llorar.

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