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viernes, 29 de octubre de 2010

Capítulo 49.

Y me desperté de repente. Debía ser tardísimo. Las doce. Salté de la cama y me quité el pijama. Cualquiera se queda dormida y sueña con Bob, el mejor tema con el que soñar. ¿Dónde estaría ahora mismo? Realmente no se lo que siento muy bien, no puedo estar sin él pero tampoco es que quiera estar con él, es más yo diría que somos personas totalmente opuestas, que no tenemos nada que ver.
Saqué del cajon unos vaqueros y descolgué de una percha la primera camiseta que vi. Me puse las botas y bajé las escaleras corriendo. Como esperaba no había nadie en casa. Doscientos euros estaban encima de la mesa con una nota de mamá en la que ponía “quiero la vuelta” , típico de ella. En el fondo me quiere muchísimo y sabe que el traje y los zapatos para mi fiesta los necesito. Cogí un paquete de galletas con chocolate y me lo fui comiendo por el camino. Cerré la puerta de casa, cogí las llaves y salí. La calle de las tiendas no estaba muy lejos, así que iba a ir andando, ya que Catherine se había llevado mi Vespa.
La gente corría de arriba, cargada de bolsas en las manos. Madres haciendo la compra en los supermercados, horteras con los cigarros en las manos, tios chungos que se peleaban en cualquier esquina para que nadie les viese pero que al final acaban rodeados de toda la gente, algún que otro borracho de la noche anterior se tambaleaba por ahí. La gente salía y entraba sin parar de las tiendas, las colas rebosaban. Yo iba mirando los escaparates hasta encontrar mi vestido perfecto.
Después de recorrerme media Barcelona a pie. Lo encontré. Negro de tirantas cruzadas, con toda la espalda al aire. Quizás era demasiado corto, pero da igual. Los tacones negros mas altos que había y todo solo cien euros. Bueno solo. Volví a subir la calle hacia arriba para llegar a casa eran mas de las tres y mamá estaría ya en casa. Fui dandome prisa. Estaba cansada un poco mas y me tiraba al suelo en cualquier momento.
Entre todos aquellos chavales con los cascos, las cazadoras Levi´s y el Malboro en la mano. Había una chica morena, alta no muy delgada que estaba agarrada a uno de ellos. Al único en el que yo me había fijado durante todo este tiempo. Me quede paralizada algo más de cinco minutos, cotemplando como Bob reía con aquella chica. Como se lo pasaban en grande sin nada que hacer tan solo fumando y bebiendo cualquier litrona de cerveza. Entonces vi como volvió la cabeza, me había visto. Agarro a la chica morena fuerte y la besó.
Mi tranquilidad de que Bob no se había ido de Barcelona, de que lo había vuelto a ver. Todo se fue a pique en cinco minutos, todo un verano soñando con algo que nuna va a pasar y ahora mucho menos. Aunque pudiese ir ahora mismo y decirle todo lo que siento a la cara, gritarle que me encanta, que no se lo que tiene, que es un capullo en toda regla, que no estudia y que no va a llegar a nada pero que me vuelbe loca. Que soy tonta por haberme echo ilusiones, por pensar que un …un…idiota como el se pudiese enamorar de mí. No me ha querido nunca. Tal vez no me equivoqué al decirle que no.
Seguí caminando hacia delante pero con mil cosas en la cabeza y a la vez nada. Con ganas de llorar , de chillar y de tirar a alguien de los pelos.
Mamá estaba haciendo la comida, Catherine poniendo la mesa.
+Nicole cariño, ¿qué tal?-me dijo mamá.
-¡Jaja! Génial. Me he comprado el vestido y los zapatos y aquí tienes tu vuelta- se la di junto con un beso.
Se limitó a sonreir.
+¿Puedo verlo?
-Esperate a vermelo puesto- le respondí mientras subía a mi habitación.
Deje las bolsas tiradas en una esquina y metí un suspiro. Volví a bajar.
Me senté en la mesa con mamá y con Catherine y empezamos a comer. Quería conterles todo lo que me estaba pasando ahora mismo por dentro, pero no podía, no quiero que se enteren y tampoco me iban a entender porque cuando te pasa esto por mucho que te apoyen solo te entiendes a ti misma.
Recogí los platos y ayudé a quitar toda la mesa.
Cuando acabamos de recogerlo todo volví a subir a mi habitación. Cogí el portatil y me lo puse sobre las piernas. Abrí la ventana y me sente en el poyete de esta. Encendí tuenti, Samanta estaba conectada. Me empezo a hablar.
+Nicooo!
-Sam ¿qué tal?
+Bien, muy nerviosa. Aunque en realidad lo tengo ya todo listo.
-¿Ya? Joder, si que te lo tomas enserio.
+Lo mas importante es que vienes tú.
-Aish, si es que te quiero mas.
+Te voy a echar de menos. ¿Qué tal tu mañana?
-Yo mucho más, me llamaras todo los días, aunque te cueste un pastón ¿verdad? ¡Jaja! Pues me he comprado un vestido y los tacones. Pero a qué no te vas a creer…
+Te llamaré. Lo pagará mi madre ¡Jaja! ¿el qué? ¡cuenta!
-He visto a Bob, con todos sus amigos.
+¿Enserio?¿Te ha saludado o algo?
-Estaba liandose con otra tia. Pero creo que el si me ha visto.
+Que tio más imbecil.
-Pues si.
+Olvidalo.
-Eso quiero.
+Bueno me voy a arreglarme.
-¿Ya?
+Si, yo tengo que estar ahí a las cinco.
-Joder, luego te veo.
+Un beso, te quiero puntual.
-Ahí estaré-
Cerré la ventanilla del chat. Estube hablando un rato con otras amigas, con más gente.
Por la calle no dejaba de pasar gente y cada vez más coches, la tarde pasó así sin mas, como pasa cada segundo, que no te das cuenta,porque vives metida en tus absurdos pensamientos e idioteces que tu misma sabes que lo son, que no son más que imbecilidades que solo les puede pasar a alguien tan tonta como tú.
Las siete y media. Apagué el ordenador. Me quité de la ventana y me metí en la ducha. El agua estaba congelada, tampoco es que yo la quisese más caliente. Me salí y me puse una toalla en el pelo y con otra me sequé el cuerpo. Me lavé tres veces las cara con jabones distintos y luego empecé a maquillarme. Me quité la toalla del pelo y me lo sequé con el secador ayudandome con un cepillo. Las ocho y media. ¡No iba a llegar a tiempo!
Me puse el vestido lo mas rápido que pude, metí los pies en los tacones y fui al baño a volverme a maquillar. Siempre dos veces. Cogí un bolso pequeño negro y una rebeca.
Grite adiós aunque nadie me contestó y me fui corriendo. Bueno andando rápido a la parada del autobús.
Había dos señoras mayores y un grupo de chicas en uniforme esperando también. La avenida de Roma, es bastante conocida así que llegaré sin ningún problema. Intenté tranquilizarme. Las nueve menos cuarto. Tenía muy claro que no iba a llegar a tiempo, ¿dónde estaba el autobús?
Porfin llegó, todo el mundo subió deprisa. El autobús se puso en marcha.

martes, 14 de septiembre de 2010

Capitulo 48.

El agua no podía estar más fría. Terminé de ducharme y me sequé. Me puse el pijama y bajé a ver si Catherine había terminado ya con el teléfono.
El teléfono ya estaba colgado. Supuse que sí, que ya había terminado. Marqué el número de Samanta de memoria y con bastante rapidez. Dio señal.
+Nicoooooooo. –gritó de repente.
-Samanta. He llegado ya. ¿Vas a hacer la fiesta mañana?
+ Claro que sí. ¿Lo dudabas? Como no me llamabas estaba apunto de mandarte un SMS. Porque te tenía que despedir.
-¿Cuándo te vas al final?
+Pasado mañana.
-¿Tan pronto?
+Sí. Al parecer, allí las universidades empiezan antes.
-¡Jaja! Bueno pues dame detalles de lo de mañana.
+A ver en el local 123 de la Avenida de Roma.
-¡Eso está lejísimos! ¿No?
+Si.
-Jaja. Iré en autobús ¿a qué hora?
+Nueve y media. Ah, no te retrases ni un solo minuto.
-Tranquila. No lo haré, lo prometo.
+Tú nunca haces promesas.
-Pues esta vez sí que la hago.
+Más te vale cumplirla. Te he echado de menos. ¿Alguna novedad?
-¿Novedad? Ninguna. Sin más, todo el verano en Mallorca. ¿Tú?
+Tampoco muchas.
-Bueno que mi madre es quién paga el teléfono. Te dejo, mañana nos vemos.
+Adiós, te quiero.
Colgué.
Entretenida conversación, a juzgar por su voz y por cómo me hablaba. Le habían pasado muchas cosas este verano.
Mamá y Catherine estaban cenando. Me senté con ellas y me uní a la conversación.
*Mañana temprano iré a trabajar. –dijo mamá.
-Mamá, yo tengo que ir de compras que a las nueve tengo la fiesta de Samanta. ¿Me darás algo de dinero no?
*Ya veremos… Últimamente te estás pasando con las compras Nicole y lo sabes bastante bien.
Aquella frase resultaba de lo más absurda pero preferí callarme la boca y no decir nada además para mi suerte Catherine habló.
+Mamá yo he quedado todo el día con mis amigas. Nos iremos temprano ¿vale?
*De acuerdo chicas.
Acabamos de cenar recogimos todo. Mamá y Catherine se quedaron viendo la tele. Yo me fui a la cama. Estaba demasiado cansada como para seguir despierta. Me metí en la cama apagué la luz y me quedé dormida de un tirón.

Capitulo 47.

Si, si que era verdad. Habían pasado algo menos de dos meses pero las calles, los coches, las personas paseando por las calles seguían exactamente igual. Barcelona volvía a ser mi realidad. Quizás después de mi fantástico ocho en selectividad las cosas este año para mi iban a ser más fáciles o al menos eso me imaginaba yo. Las puertas de la facultad para mí iban a estar abiertas. El uno de Octubre comenzaré la dichosa rutina pero a la vez totalmente nueva, un cambio de aires. Justo, eso “cambio de aires” eran las palabras de lo que iba a sentir este año. Samanta se iba a ir todo el curso a Oxford a perfeccionar su inglés. Esa fue una de mis opciones en su día pero yo la rechacé, no tenía ganas. De aquella parejita de amantes, de Melissa y mi chico de las ray-ban que ahora era el suyo no volví a saber nada desde el último día de clases que se presentaron a hacer los exámenes. Se fueron, quizás a estudiar fuera los dos juntos. Como me alegraba por ellos. Bob, no lo vi en todo el verano. Pero en mi cabeza estaba y no me lo podía sacar. Algunas noches soñaba con él, algunos días me iba a ver los atardeceres a la playa y podía sentir sus besos. Puede ser… No, no creo. No lo creo en absoluto yo misma fui la que le dije adiós. Y ahí él se desvaneció para siempre no tenía ganas de ponerme triste y de volver a pensar en él. Porque ya era demasiado tarde , ¿qué estoy diciendo? Él a mi no me conviene. Mi verano no había sido nada del otro mundo, no había sido como te lo imaginas, desfasando todas las noches. Es más ni una sola copa, ni un solo cigarro. Había estado con mi madre y Catherine en nuestra casita de la playa en Mallorca, nada en especial.
-Nicole cariño termina de sacar las cosas que quedan en el coche
+ Vale, mamá. Ahora mismo voy.
Salí de mi habitación a toda prisa y baje los escalones de dos en dos. La puerta ya estaba abierta. Abrí el maletero y saque las dos maletas que quedaban. Cerré el coche y entré en casa de nuevo. Mamá estaba en la cocina organizándolo todo, Catherine en su habitación terminando de colocar toda su ropa, y yo iba ahora mismo a hacer lo mismo. Deje las dos maletas en medio del salón y subí a mi habitación de nuevo.
Tanta ropa esparcida por el suelo, revistas, CDs, chicles, … lo que conlleva llegar de nuevo a casa.
Tarde bastante en ordenar aquello. Pero después de horas doblando camisetas metiéndolas en un cajón acabó todo.
Las nueve de la noche y no podía más. Fui a la cocina, mamá había acabado de organizar todo. Apagó su radio cassete de música de los noventa y dio un soplido de satisfacción. Catherine no había soltado el teléfono desde que acabó de ordenar su habitación.
-Nicole necesito que vayas al super y traigas esto.
Me dio un papel con varias cosas escritas.
+Voy ahora mismo.
Me vendrá bien salir a pasear un rato. Cogí el dinero y la lista de la compra y salí.
Ahí estaba mi Vespa con su amarillo reluciente y sin ninguna gota de polvo y justo donde yo la había dejado la noche antes de irnos a Mallorca.
Se notaba la gente en la calle, las madres con sus hijos. Los tíos con los cascos y los skater de los que un día de estos se iban a caer.
El súper estaba a rebosar. ¿ Todo el mundo había llegado hoy? o ¿qué?
Entré bastante decidida, pasillo cuatro cereales y cola-cao, pasillo ocho lentejas, arroz y pasta.
Nada más. Fui a la caja que vi más vacía y me puse en la cola.
Un chico alto rubio con el pelo largo algo despeinado giró su vista a mí. Con la camiseta de Levi´s algo mal colocada y aquellas botas que no le pegaban en absoluto, no sé que miraba exactamente si a mí o algo detrás de mí el caso es que no quitaba el ojo de encima. Sus ojos marrones brillaban bastante. No era mi tipo la verdad.
¡Mi turno!
La mujer paso todo deprisa.
-Son 42,50. ¿Efectivo o tarjeta?
-Efectivo.
Le entregué el dinero. Metí las cosas en la bolsa y me fui, sin saber lo que aquel chico miraba realmente. La verdad solo me producía curiosidad porque la verdad yo solo podía pensar el Bob. Pero ¿qué digo? Quizás estaba confundida cuando le dije que no, quizás el se merecía otra oportunidad, quizás el si que iba a estar en mi futuro. Mi cabeza no dejaba de darle vueltas a su cara, a su nombre, a su sonrisa, mil preguntas sin respuesta que brotaban inexplicablemente.
Aún hacia calor por las calles, es lo que tiene Barcelona. Llegué a casa y Catherine seguía pegada al teléfono. Yo tenía que llamar a Samanta. Le di las bolsas a mamá y fui a ducharme.

Capitulo 46.

Las hamburguesas se estaban haciendo en la sartén. La sopa de mamá quise dejarla en el microondas hasta que ella llegase. Tan sólo se oía el ruido de la sartén. Cogí el mantel y coloqué tres servilletas y sus respectivos cubiertos. A veces las cosas no son exactamente como tu quieres que sean, yo no me imaginaba un día así. No por mí, si no por mi madre, por todos los demás, después de todo era mi padres. Aunque no lo quisiera aunque apenas hubiese hecho nada por mí, quizás me estaba haciendo demasiado la dura conmigo misma, después de todo lo tenía que querer. Y entonces las lágrimas me empezaron a salir. ¿Nunca más lo iba a ver? Vemos la muerte como una tontería, les pasa a los demás y a nosotros mismos creemos que nunca nos va a pasar. Una persona puede irse de un momento a otro y tu nunca sabes cuando. Las hamburguesas se estaban quemando,me sequé las lágrimas y apagué el fuego. Saqué un bote de Kepchucp de la nevera y llamé a Catherine a comer.
El teléfono empezó a sonar, en la pantalla se leía el nombre de Samanta.
-A qué adivino a las ocho en Farineli.
-Pues eso.
-Pues hasta entonces.
Siempre todas las conversaciones con ella eran las mismas. Estaba demasiado acostumbrada a ella.
Volví a la mesa.
+¿Quién era Nico?
-Samanta

La puesta se comenzó a abrir. Rápidamente saqué la sopa del microondas y la puse en un plato. Como me lo esperaba mamá no quería comer.
+Te he echo una sopa.
-No tengo mucha hambre, comer vosotras.
+Ya si eso también lo hemos hecho, pero venga mamá anímate un poco. Todo tiene solución.
Mis palabras sonaron algo esperanzadoras. Mamá sonrió algo. Se sentó en la mesa.

-Nicole, tenías razón.
+¿Razón? ¿En qué?
-Papá sabía que se iba a morir, volvió porque lo sabía..
+¿Cómo sabes que es así en realidad?
-He hablado con su secretaria, no me acuerdo exactamente de su nombre, he estado un rato charlando con ella y me ha aclarado bastantes cosas. Mintió en todo.

Ahora era YO la que dudaba de todo aquello.

+¿Qué razones tienes para creerla a ella y no a papá? ¿Y ella se lo ha inventado todo para quedar bien?
-No. Me doy cuenta cuando una mujer miente. Con las pruebas que ha realizado el médico y los últimos escritos de tu padre ella tiene razón.

Permanecí callada mamá continuó.
-Él me mintió en todo. No me querría tan solo quería morirse limpiamente. Con una familia y no fue ella la que se abalanzó y obligó a papá es todo al revés. Ella siempre ha estado preocupada por nuestro divorcio.
+Todos son iguales.
-No te confíes. La mayoría si, pero todos todos no. Ya te darás cuenta.

Le dí un abrazo. Uno de esos abrazos de los que no te apetece soltarte nunca. Un abrazo que solo es capaz de darte tu madre.
Por dentro estaba contenta. Mamá no estaba tan mal ya. Seguía afectada pero por lo tonta que había sido al creer en él. Pero ya estaba muerto, ya nada podía arreglarse. Mejor así tal vez.

Mamá se terminó toda la sopa. Le ayudé a recoger todos los platos.
+¿Te llevo a un local de boys?
-Nicole por dios..
+Venga mamá,que eres muy joven aún.
-Hija por dios.
+¡Jajajajajaja...!
Quería que se riese un poco y lo había conseguido. Risa limpia.

Ocho y diez minutos puerta de la heladería Farineli los vaqueros gastados de siempre y ese pie moviéndose agitadamente mientras una chica morena miraba las agujas del reloj.
-¿Será puntual algún día?
+Me temo que no.
-Venga ¿de qué quieres el helado?
+¿Todavía me lo preguntas?
-¿De chocolate?
Le guiñé un ojo.
-Oye tienes que ir al colegio Nicole. Te estas jugando los finales.
+He estado estudiando..Pero es que..
-¿Es qué?
+Mi padre se ha muerto.
-¡Oh Dios mio! ¡Lo siento!
+No,da igual. Después de todo solo quería follarse a mi madre.
-Eres tonta enserio.
+ Me lo tomo como un piropo.

Era mi padre no quería insultarlo ahora que había muerto. Pero me da coraje que quisiera aprovecharse así de mi madre, que lo que su secretaria no le da viene a buscarlo a Barcelona.

Me tomé mi helado de chocolate. Estuvimos un rato sentadas hablado de todo.

Volví a mi casa. Aquella tarde todo fue de un modo extraño y muy frío, no me gustaba el tono en el que me hablaba, no me gustaba las cosas que me contó.

Mamá y Catherine ya se habían acostada. Era muy pronto pero a mí también me entró bastante sueño. Preparé todo para mañana. Y me tiré en la cama de un salto.


jueves, 17 de junio de 2010

Capítulo 45.

ya era demasiado tarde para intentar empezar de cero, nuestros rostros se vieron en silencio y ambos pálidos sin levantar la vista ni un sólo momento el uno del otro. Me seguía gustando, me moría por tirarme ahora mismo a sus brazos, pero yo era demasiado dura conmigo mismo, no podía. Se marchó sin volver la cabeza ni una sola vez más. Si que sentía mil cosas, no sabía lo que quería, quería salir corriendo detrás de él y decirle "te quiero" pero eso no fue lo que mi mente pensó tan solo fue una absurda sensación que me produjo el corazón. Me tiré en la toalla y comencé a mirar las nubes. Decidir es demasiado difícil algunas veces, cuándo todo está oscuro y gris, cuando no sabes que hacer. El cielo estaba más celeste que nunca y como girara la mirada un poco más hacia la derecha los rayos de sol me podían dejar ciega. Mi móvil comenzó a sonar. En la pantalla se podía leer "¡Mamá!", quise no cogerle el teléfono. Respiré y tragué saliva.
-Mamá
-Nicole ¿Dónde estáis llevo media hora llamando a casa?
-Estamos llevando mi Vespa a arreglar.
-¿Tu Vespa?¿qué te ha pasado? Bueno eso ya lo discutiremos en casa. No me gusta decirte esto por teléfono así que por favor venir de inmediato al hospital.
-Mamá ¿es muy grave?
-Me temo que sí.
Su voz se notaba más apagada y triste que nunca. Le hice un gesto a Catherine con la mano y enseguida me vio. Salió empapada.
-¿Qué pasa?
-Mamá ha llamado tenemos que ir al hospital.
Me miró temiéndose lo peor, yo también me lo temía, pero desde el primer momento.
Recogimos todo en menos de cinco minutos, nos montamos en la Vespa las dos a la vez de un salto. Arranqué. No había apenas tráfico, aceleré.

Llegamos al hospital.
La puerta se abrió. Odio el olor de los hospitales, los odio a ellos.
Planta cuarta. Mamá ya estaba llorando dando vuelta sin papar por el pasillo, la papelera estaba a rebosar de pañuelos. La secretaria de papá también estaba ahí, junto a mamá. Sin soltar ni una sola lágrima pero mostrando una sincera cara de preocupación e incredulidad. Mi corazón comenzó a latir fuerte. Me acerqué a mamá y le di un abrazó fuerte.
-Me llamaron que se había puesto peor y cuando pasó un ratito..
Los ojos llorosos, no podía con ella misma. Catherine se acercó y se le saltaron las lágrimas, después de todo ella siempre había sido muy sensible. No sabía lo que sentía, no iba a volver a ver a mi padre nunca más, llevaba bastantes días sin hablarle y pero él nunca había estado ahí para nada, yo no tenía porque ponerme a llorar. Sentía pena eso era indudable, pero nada más.
Se oían los llantos de mamá que decía de vez en cuando que no era justo. Yo no sabía muy bien qué hacer, Catherine trató de consolar a mamá y yo me senté en una silla a esperar que aquel momento pasara, lo más rápido posible.

-Bueno chicas, lo mejor es que os vayáis para casa mientras que yo termino de hablar con el médico.
-¿Seguro mamá?-le respondió Catherine.
-Es lo mejor.
Yo permanecí callada sin decir ninguna palabra.
Me levanté y me alejé con Catherine de aquel pasillo que siempre recordaría que ojalá nunca volviese a pasar.

-Qué fuerte.-me dijo Catherine con las lágrimas en las mejillas.
-Yo no me lo creo.
Ninguna de las dos dijo ninguna palabra en todo el camino. Llevaba la Vespa algo nerviosa, no iba deprisa porque tenía miedo.
Abrí la puerta de casa y le di un abrazo a Catherine.

-Es mejor tirar para adelante y ayudar a mamá ¿vale?-le dije a Catherine en un tono muy suave.

Estaba pensando que por qué yo no estaba igual de mal que Catherine o mamá. No me sentía con tanto dolor no tenía ganas de llorar. Y encima estaba pensando en que mañana no iría a clase. No me entiendo a mí misma.
-Vale- susurró Catherine con la voz mu apagada.
Ella se fue a su habitación, no sabía que hacer. Eran las dos y diez. A mamá no le daría tiempo de hacer la comida, es más igual no tendría ganas de comer. Pero habría que intentarlo. Nunca había cocinado,tan solo sabía prepararme bocadillos de nocilla y cereales con cola-cao pero debía de hacer algo para animar un poco más a mamá. Estaba demasiado pálida, su color era blanco y tenía muy mala cara. Además no había dormido nada la noche anterior. No sabía que hacer de comer. Tenía que ser algo fácil de hacer y que no tardara mucho. ¡Una sopa de fideos! Claro eso para mi madre, para mí y Catherine una hamburguesa.
Abrí el mueble había fideos. Y el caldo debía de estar congelado. Mamá siempre tenía caldo. Abrí el congelador y estuve mirando a ver cual de todos aquellos botes era caldo de pollo. Lo encontré. Encendí el fuego de la vitro y puse una olla donde eché el cando congelado y los fideos. Eso estaría bueno de todas formas. Lo puse a seis y lo dejé.
-Catherine voy un momento al supermercado.
-Vale
Salí de casa. Y fui andando hasta el súper, que estaba detrás de mi casa. Fui a la sección de carne y cogí dos hamburguesas de esas que ya vienen echas.Y de paso también cogí un paquete de galletas de chocolate.
-Son doce con setenta y cinco.
Le di el dinero justo y me fui.

Capítulo 44.

El sonido de las olas ya rebotaba en nuestros oídos. Tan solo quedaba torcer la rotonda a la derecha y estaríamos tumbadas en la arena. El Sol brillaba como a pleno agosto, mi pelo estaba bastante caliente. Deje la moto en los primeros aparcamientos que vi. Catherine bajó antes que yo y se puso un sombrero. Quite las llaves y puse el candado a la Vespa,después me baje y cogí mi bolsa.
Nunca antes había estado por las playas de barcelona,siempre me había limitado a pasar mis veranos en madrid capital yendo a la piscina y quizás algún que otro día me iba a la playa con Sophie. Al recordar su nombre se me saltaron las lágrimas, tenía que llamarla. Hacía meses que no hablaba con ella,no sabía nada de nada de ella. Seguramente estaría igual que siempre,quizás con suerte para ella se habría echado novio pero ningún cambio más.
-¡Nicole espabila!-gritó Catherine.
-Voy enseguida.
Catherine empezó a andar, recorriendo todas las dunas hacia abajo por las tablitas de madera. Salí corriendo detrás de ella.
La playa estaba desierta,había quizás algún que otro hombre haciendo futing algunas señoras charlando y unas cuantas pandillas de chicos que tenían pinta de aberse escapado de un reformatorio. Una de ellos me clavó la mirada.
Catherine tendió su toalla.
-No, ahí no.
-¿Por qué?
-Por que eso esta muy lejos del mar, un poco más cerca.
Arrastró la toalla unos cuantos metros más abajo.
-¿Aquí esta bien?
-Estupendo.
Extendí mi toalla también. Y me quite la ropa. Me eché un poco de aceite y me tendí al sol.
El calor era sofocante, en unos cuantos minutos empecé a sudar. Aquello no era normal, pero me gustaba. Intenté cerrar los ojos y pensar en algo agradable pero no conseguía más que volver atrás en el tiempo y llevar a mi mente ciertos recuerdos de mi infancia que tenía junto a mi padre. Saqué´el ipod de la bolsa y lo encendí. Suena "Bipolar" de Pol. Me sabía de memoria la letra de esa canción. Comencé a tartamudear en bajo algunas palabras y cerré los ojos.
-Me voy al agua ¿vienes?
-Vale.
Dejé el ipod en la toalla y salí corriendo detrás de ella. Me volví hacia atrás aquel chico nos seguía mirando. Estaban bastante lejos apenas podía ver sus caras. Dejé de mirarlos y volví a mirar hacia delante. El agua estaba helada. Aquel cosquilleo que sentí en los pies al mojarme un poco me puso la piel de gallina.
Catherine ya estaba dentro.
-No puedo. -le grité.
-Vamos que tampoco esta tan fría.
-Esta helada.
Volví hacia la toalla y me coloqué nuevamente el ipod. Estribillos de canciones muy conocidas pasaban por mis oídos. Volví a cerrar los ojos.
Ahora me encontraba en la puerta de mi casa y Jonh me estaba besando, mil imágenes pasaron por mi cabeza,luego la noche de mi cumpleaños con Bob, cuando le dije que no. Me quite los cascos con fueza. No quería recordar.
Una mano me tocó la espalda.
Al principio tuve miedo,luego lo reconocí. Sus labios se iban acercando muy lentamente hacia los mios, no quería,ya me había convencido de que no era lo correcto, él no estaba en mi fututo.
-Bob,¿qué haces aquí?
-Pasaba y venía a saludarte.
-¿A saludarme?
-Si.
-Bueno pues hola.
-Hola.

lunes, 7 de junio de 2010

Capitulo 43.

En la televisión no echaban nada entretenido,nada que valiese la pena. Catherine se acercó a mí se sentó al otro lado del sofá. Y me cogió una galleta.
-Sabes ¿qué?-me dijo entusiasmada. La mire un poco intrigada.
-¿Qué?
-Lo único importante es gustarse a sí mismo no gustar a los demás, destacar esteticamente no es importante.
Me quedé un rato mirándola como embobada sin decir nada. Tampoco es que estuviese pensando algo, simplemente comía una galleta y la miraba.
-Sabias palabras.
-Como han cambiado las cosas Nicole.
-Y nunca volveran a ser lo que eran.
-No digas nunca.Nunca es imposible.
-Esta semana te ha dado por leer mucho ¿no?
-¡Jaja! No te piques Nico.
Le dirigí una mirada desafiante. Mamá estaba bajando las escaleras,sus tacones volvían a oirse,llevaba la misma falda que en el hospital. No se había cambiado, sólo se había pintado un poco y había cogido un bolso más grade.
-Chicas que me voy al trabajo,portaos bien ¿vale?
-Claro mamá, pero hoy no has dormido ¿no?
-Ya pero yo tengo que ir a trabajar.
-Bueno vale,que te vaya bien-le respondí haciendome la responsable
-Bueno chicas y apagad ya la televisión y poneros a estudiar que los finales ya estan aquí.
-Si mamá ahora mismo la apago cuando acabe la entrevista.
Ni siquiera sabía a quién estaban entrevistando, no tenía ni idea de que programa estaba puesto. Y tampoco pensaba apagar la televisión y de ningún modo irme a estudiar. Le dirigí una sonrisa y ella me la devolvió. Se metió las llaves de casa en el bolso y sacó las del BMW abrió la puerta y luego la cerró sin apenas hacer ruido, se montó en el coche y arracón. Por la ventana podía ver como se alejaba en la carreteraa y ya la perdí de vista. Deje de mirar la ventana y volví a coger otra galleta y la mojé en cola-cao.
-Nico ¿qué piensas hacer?
-Estudiar duro.
-¿Estudiar?¿Enserio?
-Ni de coña.
-Lo sabía, ¿entonces?
-No sé…
-Jaja ¡cuentame lo de la Vespa!
-¿Todavía te acuerdas de eso?
-Venga ya, Nicole no te hagas la tonta.
-Pues verás,salí de casa por que había quedado con Samanta y la Vespa se me quedó parada en medio de la carretera.
-¿Y?¿Como fuiste?
-Pues no puede arrancar y entonces apareció él con su moto y yo no quería subir, pero al final subí y me llevó.
-¿Él? ¿quién es?
-Bob.
-¡Estas loca! Pero aún sigo sin entender porque llegastes tan tarde a casa.
-Porque luego me llevó a un sitio super extraño y quería …ya sabes.
-Dios que cerdo.
-El caso es que le corte. Y ya no lo he vuelto a ver. Bueno en realidad solo han pasado horas.
-Jaja, eres…
-¿qué soy?
-no…nada. Eres mi hermana.
-Ya claro.
Nuestras miradas se cruzaron y ambas nos levantamos a la vez.
-¿Vamos en bici a buscar mi Vespa?
-Vale.
Cogí las llaves de casa y salimos. Me aseguré de cerrar bien la casa y cogí mi bicicleta, Catherine se subió en el sillín y yo iba pedaleando.
-Verás ¡que nos caemos!
-Tranquila esto lo hacen en todas las películas-le contesté para tranquilizarla. En realidad en todas las películas que lo hacen las chicas acaban en el suelo. Como me temía yo también que íbamos a acabar porque la cuesta arriba la llevaba cada kilómetro pero.
-Tu ves demasiadas películas.
-Tienes razón, pero todas románticas.
-¡Jajaja!
La verdad finalmente no acabamos en el suelo ninguna de las dos, tuvimos momentos de tensión pero nada más. Ahí justo dónde yo la había dejado estaba mi Vespa abandonada.
-Ahora ¿qué hacemos?-me dijo Catherinemientras se bajaba del sillín poco a poco.
-No sé dame la rueda que traigo en la cesta.
-Toma
-Ven ayudame a tumbar la Vespa, por fa.
-Dios mio como pesa.
Catherine cogió del manillar y yo de la rueda pinchada trasera. La volcamos en en suelo y le sacamos la rueda le pusimos la nueva y la volvimos a poner de pie. Luego cruzamos los cables del motor para ver si funcionaba y la moto arrancó.
-¡Génial!
-Vas para mecanica Nico.
-Ni lo sueñes.
-Estúpida.
Catherine se suibió en la bicicleta y yo arranqué la Vespa. Salimos a la carretera y procuré ir lo más despacio posible iba casi al mismo ritmo que Catherine. Hacía bastante calor, lo normal a finales de mayo.
Llegamos a casa . Estábamos algo cansadas las dos.
-¿Nos vamos a la playa?
-¿A la playa?
-¡Si!
-Jaja enserio Nicole estás loca.
A eso no le contesté pero me reí bastante, al parecer mi hermana no conece otro adjetivo para describirme. Todo el mundo esta loco, rematadamente loco.


Cogí una cesta y un biki que me había comprado en Zara hace unos días. Me quité la ropa y me lo puse cogí unos pantalones cortos y una camiseta y las chanclas. Metí la crema y el aceite en la bolsa y también algo de dinero que había en el mueble del pasillo.
Bajé dando chanclazos y Catherine ya estaba en la puerta esperándome. Metí las llaves de casa y mi móvil también el bolsa y cogí del llavero las llaves de la Vespa. Las dos nos subimos. Enseguida arranqué.
La playa estaba relativamente cerca del pueblo donde vivíamos. Pasando unas cuantas montañas ya se comenzaba a ver. La inmensidad del mar azul cielo y el sonido de las olas que mil recuerdos de verano me traía.

Capitulo 42.

Permanecimos unos segundos más allí sentadas. Catherine se acercó a mí.
-Cuentamelo
-¿El qué?-le respondí haciendome la tonta
-Lo de tu Vespa.
-Te he dicho que en un hospital no.
Catherine me frunció el ceño y se marchó algo enfadada. Se volvió a sentar en la silla de antes y comenzó a ojear revistas. Mamá salió por fin del despacho,venía hacia nosotras caminando derecha y un poco deprisa. Sus tacones hacian ruido y retumbaban por todo el pasillo del hospital. Se sentó en la silla justo al lado mia y se colocó la mano en la frente.
-Nicole cariño,que bien que hayas venido.
-Mamá ¿qué te han dicho?¿se va a poner bien?
-No lo sé.
A juzgar por su mala cara la cosa no debía ir muy bien.
-Mamá y no es posible que esta enfermedad la tuviera de antes. Papá siempre ha fumado y bebido mucho ¿no?
-Nicole pero no sé.
-Pero puede ser. Y también puede ser que solo haya querido venirse con nosotras porque sabía que se iba a morir.
-No digas tonterías.
-Pues a ver dime la razón por la cual volvistes con él.
-No lo sé, me acuerdo que fue en tu cumpleaños, él me pidió perdón, me beso,fue un momento mágico.
-Pero ves no te dio ninguna explicación.
Me crucé de brazos y le dirigí una mirada intensa a mi madre, ella la esquivó y trató de mirar hacia otro lado,como ignorándome. Catherine se acercó y se sentó al otro lado de mamá. Dejó la revista en una mesa.
-Mamá que te han dicho.
-Pues nada. Qué posiblemente entre en coma.
-Dios mio,pero eso no puede ser-dijo Catherine finjiendo tristeza.
Es verdad, yo no puedo negar que sea mi padre. Pero la verdad nunca me ha tratado como si yo fuese su hija, nunca me ha comprado nada nunca ha venido a darme las buenas noches nunca ha jugado conmigo cuando era pequeña,nunca ha hecho nada importante por mí. Siempre pasaba todos los días fuera y siempre tenía muchos viajes de negocios los fines de semana y casi no le quedaba tiempo para estar con nosotras. Sólo estaba con nosotras cuando veíamos Sexo en Nueva York. La verdad no tengo porque ponerme triste con su muerte. No tengo porque llorar. Quizás lo lamente un poco porque mamá se va a quedar sola otra vez pero ya esta.
El médico salió de la habitación donde estaba papá. Traía mala cara. Pero era normal los médicos siempre tienen mala cara, los médicos siempre son unos antipáticos.
-Señora de Yonson.
Mamá se levantó imediatamente y se dirigió hacia la puerta.
-Su marido ha entrado en coma denifitivamente.
-¡Oh dios mio!
-Lo siento, haremos todo lo posible. Pero hemos encontrado en su pulmón derecho un tumor porvocado por el tabaco. Que según nuestros criterios parace ser que no es reciente.
-¿Qué me quiere decir con eso?
-Que lo del pulmón él lo ha tenido que saber con anterioridad.
-Pues yo no tenía ni idea. Bueno cualquier novedad me avisan, ahora tengo que irme a casa.
-De acuerdo. Adiós buenas noches señora.
-Adiós y gracias.
Había escuchado la conversación de principio a fin. Me levanté nada más que le médico se volvió y me dirigí a mamá.
-Ves mamá.
-No se yo Nicole,igual tu padre no lo sabía.
-O igual sí.
No me respondió y cambió de conversación rápidamente.
-Bueno chicas son las siete hoy no ireis al colegio.
Mamá sacó del bolso las llaves del coche y yo me fui a recoger mi bicicleta.
Le quité el candado y me subí, comencé a pedalear iba casi a la misma velocidad que mi madre pero con el tiempo ella me fue adelantando. Yo cada vez me quedaba más atrás.
Llegué a casa. Fui a la cocina y cogí dos paquetes de Chips Ahoy y cola cao. Me lo llevé a la televisión y comencé a comermelo todo. Mi plan bikini que en teoría ya debería a ver acabado no había empezado, pero me daba igual. Tenía hambre y encima me iba a comer otro colacoo con más galletas. Me empecé a reír yo sola por lo que estaba haciendo y porque me iba a perder el exámen de hoy. ¡Veremos la selectividad!
Y yo sola el sillón viendo la televisión no paraba de comer mientras me reía sin causa ninguna.

Capitulo 41.

Te sientes inútil cuando hay situaciones en las que no sabes lo que hacer. En las que dudas varias veces como actuar ¿Qué hacer?.
Dejé el móvil encima de la mesilla y me tumbé en la cama. Comencé a hojear una de las revistas del cajón, aquellas revistas de moda que siempre están criticando a la gente que no tienen cosa mejor que hacer que meterse con alguien, que arruinarle la vida pública. ¡Qué se jodan! Cerré la revista con fuerza y la estampé contra el suelo. Me abracé a la almohada y cerré los ojos.
Mi móvil comenzó a sonar, había conseguido coger el sueño. Descolgué.

-¿Si?

-Nicole, hija estamos en el hospital. Siento no haberte avisado antes.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Me costaba respirar.

-Mamá pero ¿qué ha pasado? ¿algo grave? ¿voy para ya?

-Papá..

-¿Papá qué?

-Se le ha parado el corazón de forma repentina.

-¿Un infarto?

-Puede ser, lo están intentando reanimar.

-Voy para ya.

Colgué el teléfono y me lo metí en el bolsillo de los vaqueros. Cogí las llaves de casa y la bicicleta, ya qué mi Vespa estaba en medio del campo rota, y comencé a pedalear. El frió y la oscuridad de la noche hacía que el camino fuese más lento y agotador. A pesar del frío las subidas y bajadas hacían que me sudaran las piernas. Mi coleta no paraba de tambalearse y mis manos temblaban en el manillar. El sillín estaba empapado de sudor y de mis ojos caía una que otra suave lágrima. Aún no sabía ni yo misma porque lloraba. Si por mi padre o por las situaciones tan extrañas que había vivido en estos últimos días.
La puerta del hospital. Dejé la bicicleta en la puerta y entré corriendo.

-Señor Jonson

-Pasillo tres. Puerta numero 345 a la izquierda.

-Gracias.

La chica de recepción me hizo una extraña mueca. Lo que me asustó aún más.
Enfermeras apresuradas con camillas, señores mayores apoyados en su bastón, colas y colas para realizarse un análisis de sangre y yo corriendo por todos los pasillos. Por fin delante de mis narices habitación 345.
Abrí la puerta sin llamar, sin golpear, sin pedir permiso.

-¡Papáaa!

Había un hombre negro con unas gafas de sol y lleno de tubos. No creo que la parada de corazón afectara a la forma física de una persona.

-Lo siento, disculpe.

El hombre permaneció callado, tan solo miraba. Y miraba eso que a mi no me gusta que miren.
Le dirigí una mirada de avergonzada y salí corriendo de aquella habitación.
Fui al cruce donde estaban todos los pasillos. ¡Mierda había ido a pasillo cuatro!
Volví en el ascensor con una enfermera. Las dos bajamos hasta el pasillo tres y yo fui corriendo hasta la izquierda, chocándome con todo el mundo. Pero llegué. Allí estaba Catherine en la puerta algo nerviosa.

-¡Dios mió por fin! ¿Cómo esta?

-Pues sigue sin responder.

-Joder..

-Pero que extraño ¿no?

-Al parecer esto es muy frecuente últimamente. A muchas personas se le para el corazón de un momento a otro y se quedan en coma durante muchos años, unos quizás consiguen despertarse pero otros no lo hacen jamás.

-Tienes razón. No me quiero quedar sin padre ahora que por fin lo tengo.

-Ni yo. Pero después de todo él nunca nos ha querido.

-¿De verdad piensas eso?

-Sí. No hay más que verle la mirada. Yo creo que él ya sabía que se iba a morir y solo ha venido a pasar sus últimos días con nosotras.

-No digas tonterías Catherine por dios. ¿Y mamá?

-Hablando con el médico, ya no tardará en salir.

-Eso espero, por que estoy que me muero, vengo en bicicleta.

-Pero ¿y tu Vespa?

-Se encuentra en extrañas circunstancias.

-¡Cuéntamelo ¡

-No creo que un hospital sea el lugar más adecuado para contártelo.

-Jaja a saber lo que le ha podido pasar. Y a ti, que por cierto últimamente llegar muy tarde a casa.

-Problemas de personas mayores.

-Será eso ¿no?

-Por supuesto.

Y estallamos las dos en una extraña carcajada. Y nuestro padre a punto de morirse. La vida es tan extraña, las circunstancias tan inesperadas, los momentos tan raros. Lo que nos taca vivir, para después morir.

Una señorita se acerco a nosotras.

-Silencio chicas por favor

-¡Perdón!- respondí yo mirando a Catherine.

Fuimos a la salita de espera y nos sentamos cada una en una punta. Comenzamos a ojear una de esas revistas que yo tanto odio. En cada página una comparación, joder el mundo si que no tiene estilo.

Y volví a reírme. Por todo, por mi vida, por mi misma.
Quizás los demás tengan razón al decir que si el mundo nos da mil razones para llorar debemos demostrar que nosotras tenemos mil y una para reír.

Capitulo 40.

Pero hay veces que sí, que te gustaría conocer el futuro. Qué sientes miedo pero no sabes a qué. No podía seguir con él, no entendía lo que me sucedía. Todo había pasado tan deprisa, todo, no había estado lo suficientemente atenta a todo cuanto me había sucedido en estos últimos días. Yo mañana tenía clases y este último mes me juego todo para selectividad, no puedo estar haciendo tonterías con un niñatos que no me quiere...

-Llévame a mi casa-dije algo seria, me abroché la camisa y me levanté de su lado bruscamente.

-¿Qué te pasa?

-Pues que tan sólo somos amigos.

-No

-¿Ah no?

-Pues no

-¿Entonces? No lo entiendo. De todas formas llévame a mi casa por favor, o me voy hadando.

-Pues que somos algo más que amigos.

Se levantó él también. Se le notaba algo tímido, aturdido, sin saber bien que decir. Continué yo la conversación, ya me había decidido.

-No, no lo somos. Somos simplemente amigos.

Me miró extrañado. Su chulería, sus intentos de hacerse el graciosillo de querer dejarme en ridículo cesaron, era como si la persona que tienes delante de tus ojos no es la misma que has tenido hace unos diez minutos. Pero seguía sin cambiar de opinión, quería tener un futuro. Y el futuro a veces, tan solo a veces se puede elegir, y yo lo había decidido él no iba a estar en el mío. Y ahí se acabo todo en ese mismo instante en el que salí de aquella estrecha cabaña en el que él arranco la moto y me dejo en la puerta de mi casa en ese momento, toda la ilusión todos lo sentimientos se esfumaron y ya ni el uno ni el otro éramos nada.

Me sentía extraña. Abrí la puerta intentando no hacer ruido.
Subí las escaleras, todo esta totalmente oscuro, no se oía ningún ruido. Me asomé a la puerta de la habitación de Catherine, pero ella no estaba. Me extrañó y fui al dormitorio de papá y mamá. Tampoco había nadie. Era la una de la noche. Me pareció algo súper extraño. El corazón me comenzó a latir, con fuerza.
¿Y si se pensaban que yo había desaparecido?
¿Y si les ha pasado algo?

Más preguntas para añadir a mi biblioteca de preguntas sin respuestas.

No sabía que hacer era la una, me daba cosa llamar al móvil. Tenía miedo, y si tal vez sea verdad que todo el mundo tenga miedo aunque solo sea una vez en su vida, en la que esa extraña sensación de no saber lo que pueda estar pasando te cause miedo. Todo me parecía extraño. No sabía que hacer, tampoco podía dormir, no quería ponerme el pijama, no quería acostarme en la cama, no quería hacer nada…

Capitulo 39.

Sus giros y vueltas eran absurdas. Me senté en la tierra algo húmeda, era consciente de que me ensuciaría los pantalones, pero me moría del cansancio. Él no cesaba.
-Puedes parar ya joder ¿qué coño busca?-me salió así aquella frase, luego al mirarlo repentinamente a lo ojos me arrepentí de haber dicho aquello pero me quede callada mirándolo.
-Yo juraría que estaba por aquí…-dijo no muy seguro
-Pero ¿el qué?-dije algo mas sosegada.
Como yo sentía él no me contesto. Se quitó el chaleco y comenzó a andar hacia delante. Buscando entre los árboles algún secreto escondido, algo que sin duda alguna yo estaba deseando conocer. Tenía sueño.

-¡Aquí está! ¡No te muevas!-gritó mientras corría hacia mí, no me dio tiempo a levantarme del suelo cuando lo encontré frente a frente conmigo. Me puso su sudadera amarrada en los ojos y me cogió en brazos.

-¡Suéltame..!
El miedo, la inseguridad de aquel momento y él no saber lo que iba a pasar cinco minutos más tarde pudieron conmigo. Comencé a dar patadas, a chillar una y mil veces. Luego cuando me soltó, cuando me quitó su chaleco, cuando contemple el mar y una pequeña cabaña llena de pétalos de rosa, cuando vi aquello, mis cinco sentidos quedaron paralizados y ni yo misma sabré expresar nunca como me siento en este momento, en este preciso instante.
Lo miré fijamente y no sabía que decir, no sabía que se dice en aquellos momentos, nunca me había pasado. Creía que me iba a raptar, que me mataría, que iba a ser un chulo, que nunca iba a ser como yo me lo imaginaba, que él no era quién yo pensaba, que todo era un lió una confusión dentro de mi cabeza.
Él me seguía mirando con aquella miranda, mirada de la que nunca, como ya puedes comprobar, vas a saber lo que te espera.
Pero bueno, es mejor así. Es mejor, no preparar un dialogo, si no que salga solo, no preparar la cita, si no que surja sobre la marcha, no elegir al príncipe de tus sueños, si no que el tiempo te lo traiga, no elegir el lugar, si no que el futuro te lo ponga delante de tus narices. Así es la vida. No sabes nunca lo que te va a pasar, ni con quién.

-¿Y bien? ¿Vas a seguir callada toda la noche?-me preguntó.

-No,tonto...

-Encima me llamas tonto. Pero que mal educada que eres.

-No empieces por favor, que la cosa iba estupendamente hasta ahora.

-¿Qué empiece? Pero si aquí la única que ha empezado eres tú.

Me dio un beso. Luego me tiro a la cabaña, me hizo cosquillas en el cuello y comenzó a besarme por todas partes.

El cielo, la tierra, el mar, se convirtieron en uno. Todo era entupidamente perfecto, todo.

Como yo decía nunca planifiques tu futuro, jamás quieras saber lo que te espera.

Capitulo 38.

-¿La señorita esta lista ya?

-Pareces mi padre enserio- dije mientras lo miraba fijamente a los ojos.

-Yo no creo que tu padre piense lo que pienso yo.

-¿En qué piensas?

-Es un secreto.

-En una relación no hay secretos.

-Lo nuestro no es una relación.

-¿Ah no?

-No, simplemente somos dos amigos.

-Entonces ¿solo amigos?

-Pues sí.

Me subí en aquella moto otra vez. La conversación me daba vueltas por la cabeza “solo amigos”.
Había un tráfico intenso a las diez menos cuarto de la noche. Estaba oscureciendo y apenas se veía el mar con claridad.

-Mi casa es por el otro lado.-grité mientras le di un tortazo en la espalda. Pero permanecí agarrada fuertemente a él.

-¿Quién te ha dicho que vamos a ir a tu casa?

-¿Adonde vamos?

-No lo sé, a un lugar.

-Por favor llévame a mi casa.

No me contestó. Me estaba comenzado a agobiar, pero los nervios la histeria, las ganas de meterle un tortazo en la cabeza, las ganas de mandarlo a la mierda con un solo chasquido de dedos, se me esfumaron en un segundo y volví a estar tranquila.
No me importaba estaba con él, con mi amigo. Tan solo era eso después de todo.

Fui mirando los árboles que me encontraba a derecha y a izquierda. Ya no había coches.
La noche estaba cayendo, no se oían apenas ruidos en aquel lugar, la carretera se iba estrechando poco a poco hasta que fue desapareciendo.

Aquello era típico de los secuestros, de una película en la que la chica es secuestrada por el chico pero ella no esta enamorada. Lo que ocurre es que en este caso la chica si que lo esta y profundamente.

Comencé a sentir frío. Quise volver a cerrar los ojos pero no pude, la frialdad y oscuridad de la noche me lo impidieron.

Paro la moto en seco, en aquel descampado lleno de árboles. Totalmente insólito y despoblado. Tan solo se oía a lo lejos el leve susurro de las olas.

Sentí miedo por un instante.

-¿Qué es esto?

-Un lugar

-Bobo, eso ya lo sé.

-¿Ahora tienes miedo?

-Ya te he dicho que yo no tengo miedo.

-¿Seguro?

-Segurísimo.

Comenzó a dar vueltas sin ton ni son. Giraba sobre sí mismo, contemplaba los árboles como buscando algo. Pero ese algo yo lo desconocía y por la impresión parecía que él también.

Capitulo 37.

Seguí mirándolos por un segundo. Me quedé embobada mirando aquellos besos tiernos y dulces fruto de un amor sincero. Casi me daban ganas de llorar por no ser yo la que estaba ante esos labios, labios que me pertenecían, labios que me habían tocado a mi primera.
¿Pero qué coño estoy diciendo yo? Joder esto de estar en la cola no me va en absoluto.

-Pídeme un helado de chocolate que yo voy fuera a coger mesa

-Tanto te ha afectado verlos

-¡Estúipida!

Los dejé atrás. No creo que se hayan dado cuenta de que estoy en la misma heladería que ellos. Le lancé una mirada de desprecio a Samanta y me fui a la parte de fuera a coger una mesa al sol.
Apoyé los codos sobre la mesa y comencé a fijarme en la gente que pasaba.
-¡Aquí lo tienes!

-Gracias

Lo cogí y me levanté de la mesa. Cogí la cucharilla y comencé a tomármelo.

-No me apetece estar sentada- le dije a Samanta

-¿Y para que coño vienes a buscar sitio?

-Pues la verdad que no lo sé

-¡Jaja! Me sorprende tu torpeza Nicole

-Oye tú, deja ya de insultarme ¿no?

-Verdad, me das pena. Te ha traído Bob. ¡Anda que es más feo el pobre!

-¿Feo? A mi me parece mono

-Jaja! ¡A Nicole le gusta Bob!

Y ahí uno de nuestros lapsus infantiles. Somos dos pobres gilipoyas que no hancen otra cosa que estudiar. Bueno sí, pasarlo bien.

Me tiró a la carretera, salió corriendo detrás de mi.

-Bueno, mira quién esta ahí.-me dijo Samanta

Me giré, estaba esperándome con la moto arracada.

-¿Dispuesta a no ir mañana a clase?-me dijo con un tono irónico que no me sentó nada bien.

-Y ¿tú? ¿Estas dispuesta a no volver a ver la luz del sol nunca más.

-Jaja, adiós Nicole, un beso

Le di un abrazo muy fuerte. Ambas sabíamos que la una sin la otra no podríamos vivir.

Me fui corriendo hacia la moto con Bob.

domingo, 30 de mayo de 2010

Capitulo 36

¿Miedo? ¿Yo? Nicole, la palabra miedo no está en tu vocabulario, yo nunca tengo miedo, siempre he sido una persona sencillamente valiente, que se arriesga. Me solté la coleta y moví mi pelo. Él se quedó en seco mirándome, asombrado. Me subí a la parte de atrás de la moto y él enseguida arrancó y metió primera.
Sentía como el viento golpeaba mi cara, me agarré con más fuerza a su torso.
Notaba perfectamente los abdominales, como si pudiera contar las onzas de chocolate que había en él. La autopista marchaba sesenta, él iba a ochenta. No, yo no tenía miedo.
Cerré los ojos y recordé aquella noche en la que todo era perfecto, aquella noche de cumpleaños en la que lo hice con él, con el chico que yo quería, Todo eran pensamientos agradables. Mi pelo se movía a la velocidad del viento, podía ver a lo lejos la playa. El mar, me recordaba a aquellos día de verano en los que tan bien lo pasaba sentada en la arena sin hacer completamente nada, tan sólo escuchar el sonido de las olas golpear sobre la orilla, buscar piedrecillas o hacer una albóndiga en la arena, miles de recuerdos pasaron por mi cabeza en aquel preciso instante. Para cuando me quise dar cuenta, él frenó en secó.

-Luego, ¿te vengo a buscar?

-Si te ofreces no puedo decirte que no.

-Pues aquí estaré, ya conoces mi cara.

Me giré y comencé a caminar hacia la heladería.
Una chica apoyada sobre una puerta blanca en la que había una inscripción de “Farineli” miraba constantemente en reloj y luego daba patadas al suelo. Sus gafas de sol relucían ante el reflejo del sol de las ocho y diez minutos de la tarde. Sus vaqueros pitillos le quedaban demasiado ajustados.

-Diez minutos tarde como siempre Nico

-Joder Saman ni que fuese para ponerse así.

-Pues si algún día llegas puntual invito yo al helado, como no llegas invitas tú.

-Jaja ¡que graciosa! Ni de coña, estoy tiesa

-Seguro que no más que yo.

-Yo te juro que sí.

-Bueno vamos a la cola

-¡Que de gente!

-Es lo que tiene “llegar tarde”- Samanta pronunció aquellas últimas palabras con mayor hincapié.- por cierto, ¿quién venía en la moto contigo?

-Ahh pues mejor dicho con quién iba yo en la moto. Iba con Bob

-¿Con Bob? ¿Nicole tu quieres morirte?

-No, conduce muy bien.

-Ya y tanto..

Se quedó mirándome. Las dos permanecimos un rato en silencio mirando nuestros al rededores.

Samanta dio un grito.

-¡Míralos!- dijo señalando a Melisa y Jonh que estaban en el centro de la heladería morreándose, todos los miraban.

-¡Qué asco! Parece que quieren que todos les miren.

-Pues creo que lo están consiguiendo.

Capitulo 35

Ninguna se atrevió a formular aquella pregunta, que se desvaneció en nuestras mentes.
Catherine me sorprendió bastante, le estaba echando ketchup a los espaguetis y se había puesto como tres kilos se espaguetis, me quedé embobada mirando su plato. Últimamente había engordado bastante, yo diría que incluso estaba un poquillo mas rellenita que antes de adelgazar. Decidí apartar aquel tema de mi mente y volver a concentrarme en mi plato de espaguetis con ketchup
Aún a mis dieciocho años no había aprendido a comer espaguetis, se supone que hay que enrollarlos en el tenedor y ayudándote de la cuchara comértelos. Pero no sé por qué a mí siempre se me caían y alo mejor me llegaba uno a la boca. Así que había decidido hacerlo a la manera “Nicole”, los corto con las tijeras y me los como con la cuchara.
Papá jugaba con la servilleta y ponía ciertas miradas como diciendo “esta noche…” no quería continuar la frase, quizás me estaba preocupando demasiado por la situación pero la verdad es que todo era tan confuso. Mamá miraba fijamente a papá.
El silencio reinaba en la mesa, Catherine lo interrumpió.
-¿Os vais a volver a casar?

-¿Qué pregunta es esa?-le contestó mamá histérica.

¡Dios mío! Como se había puesto ni que fuese a comenzar la guerra. Mamá comenzó a gritar cosas sin sentido, a reñirnos sin ninguna explicación, sin ningún tema en concreto. Las típicas broncas que te echan tus padres que carecen de coherencia. Me levanté de la mesa y metí mi plato en el lavaplatos. Me fui para mi habitación dejando a Catherine sola con los gritos de mamá.
Cerré la puerta. Me tiré en la cama. Di vueltas, me puse a mirar el techo, pintura blanca estaba ya algo desgastada, se veían algunas grietas. Me frote los ojos y abrí la ventana.

Aquella melena rubia y aquel beso de HOLLYWOODme resultaba totalmente familiares, sin duda alguna es lo que tú estas pensando en este preciso instante.
Melisa y Jonh habían vuelto a su lugar favorito. Aquellos dos coches era como su pequeño escondite de enamorados y yo era la desesperada que los observaba como si deseara ser en ese momento Melissa,.
Cerré enseguida la cortina y abrí el armario. Había quedado con Samanta, no tenía muchas ganas la verdad, pero la pobre necesitaba información acerca de mi noche.
Cogí lo primero que vi, nada nuevo. Me cogí la mochila marrón y las llaves de la Vespa y salí de casa.

-Nicole ten mucho cuidado

-Si mamá, no me subiré a motos de “desconocidos”

Le dije adiós con la mano y me subí a la Vespa, metí la llave. Arranqué.

La carretera estaba medio desierta, no había apenas coches. Únicamente delante mía había un Audi A3 de color rojo, lo adelanté. Era una mujer con sus dos hijos.
La carretera era mía.

-¡No me lo puedo creer! ¡Mierda!

La moto se me había parado en seco. Intenté arrancarla y no servía de nada.
Me bajé de ella, aproveché que no había coches y comencé a empujarla hasta la acera mas cercana.
Un Harley se acercó a toda pastilla hacia mí. Era Bob

-¿Necesitas que te lleve amorcito?

-Me lees el pensamiento cariñito. Aunque en tu moto ni lo sueñes.

-Venga anda sube. Tampoco a sido para tanto, un par de heriditas de nada. ¿A la princesitas le da miedo?

-Eres un cabrón , cerdo, asqueroso y .. y..

-¿Y?

-¡Déjame!

-Estas en medio de la calle ¿qué vas a hacer?

-Siempre habrá alguien mejor que tú.

-Veo que estas enfadada.

-No

-¿Entonces?

-Entonces nada, no quiero ir contigo y punto.

-Ves lo que yo decía, amorcito mío tienes miedo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Capitulo 34

Mis ojos comenzaron a abrirse lentamente. No recordaba como había llegado a aquella habitación del hospital. Me empezaron a doler las heridas del brazo y de las piernas.
La puerta se abrió y un hombre calvo con gafas me dirigió una amable sonrisa.

-¿Estas mejor? Enseguida te hacemos la radiografía y te daremos el alta.

Aquel hombre, que deduje que era un médico, me destapó y me dio la mano para levantarme.
Me hicieron la radiografía. Poco después llegó mi madre muy apurada.

-¡Ese sin vergüenza! ¡Lo voy a denunciar! Pero ¿cómo se te ocurre?
- Mamá por dios no me montes el numerito.

El médico intervino.

-Pues señora su hija está estupendamente. Alguna que otra herida pero nada grave.
-Gracias a Dios. Muchísimas gracias por todo doctor.
-A usted señora- dijo mientras nos acompañaba a la salida.

Papá estaba parado en doble fila con el BMW de mamá. Mamá me abrió la puerta trasera y me ayudó a subir. Luego se sentó en el asiento de delante.

-Te lo voy a repetir una sola vez, ¿cómo se llama el chico con el que ibas en la moto?
-Pero ¿por qué? Mamá ha sido culpa mía
-Al parecer él ha cometido un exceso de velocidad por lo que la culpa o ha sido tuya.
-Sí, yo me solté de él.
-Ya pero si el hubiese ido un poco más despacio nada hubiera pasado.
-Pero si no ha pasado nada.
-¿Nada? No sabes lo preocupada que me tenías. No vienes a casa para dormir y luego me llaman del hospital diciendo que mi hija se ha caído de una moto y que él conductor ha desaparecido.
-Pero ¡Ya esta! Tampoco ha sido para tanto y ¿cómo que ha desaparecido?
-Al parecer llamó a la ambulancia y te acompañó al hospital, luego se marchó.

Me quedé un rato en silencio. La conversación acabó ahí. Papá no dijo ni una sola palabra iba con una mirada. No había cambiado nada en absoluto desde aquella vez que se fue y no lo volví a ver.
Desconozco los detalles de por qué habían vuelto ¿qué motivos tenía mamá? pero preferí quedarme callada, prefería verlos así.

Bajé del coche. Estaba bien, aunque me seguía doliendo bastante el brazo.
Catherine abrió la puerta enseguida y salió a darme un abrazo.

-¿Estas bien?
-¡Sí! Dios mío esto no es para tanto
-Solo estaba preocupada
-Más lo estuve yo por ti
-Eso ni lo sueñes
-¿Qué no?
-Pues no
La miré. Me mordí los labios a la vez que sonreía y le susurré.

-¡No!

Me cogió del brazo y me llevó a la cocina.

-Ahora el tema serio
- Me preocupas
-Has visto a papá y a mamá
-Si han vuelto ¿no?
-Pero es muy raro. No pueden volver así como así. Están divorciados
-Ya .. la verdad no sé
-Papá ha venido con todas las maletas. Al parecer se queda.
-¿Si?

No me respondió simplemente me señaló todas las maletas que al parecer eran de mi padre.

-¿Qué habláis vosotras dos?-dijo mamá sonriendo.

-¡Nada mamá!- le respondió Catherine.

-Venga a poner la mesa las dos.

El teléfono sonó.

-Nicole ¿Cómo estas? ¿Qué te ha pasado? ¿Con quién ibas?
-¡Dios mío Samanta espera!
-A las ocho en Farineli y no quiero una respuesta.

Colgó.
Fui otra vez a la cocina y me entró una extraña sensación al ver la mesa para cuatro personas que no podría describir en aquel momento.

Catherine me dirigió la mirada.

-Algo pasa.

-Lo sé.

-¿El qué?

-No sé.

-¿Preguntas tu o yo?

martes, 11 de mayo de 2010

Capitulo 33.

Su cazadora Levi´s vaquera solo me cubría hasta la rodilla. Me desperté por el frío que sentí el los pies. Giré la cabeza y lo vi a mi lado en calzoncillos. Se volvió a tirar encima de mí y me besó.
-Me aplastas

-Pues anoche no decías lo mismo.

-Cerdo.

Comenzamos a reírnos y a mirarnos. Las ocho y media de la mañana. Lo aparté de encima de mí y me tiré yo sobre él.
Me quité su cazadora de las piernas y me la abroché.

-¡Venga rápido levanta!

-¡Eh! ¿A qué vienen ahora esas prisas?

-Mi madre se va a enfadar.

Era evidente, lo había hecho aquella noche y con él. Aquello último era lo peor de todo. Con él, con Bob, con el mismo chico que en mi cumpleaños se lió con otra.
Era un cabrón, aún no entiendo porque me sigue gustando tanto. Pero así era, estaba locamente enamorada de él. Preferí cerrar los ojos para no ver la cara del gilipoyas con el que me había acostado esta noche.

Cogí mi bolso y metí el traje y los zapatos en una bolsa. Me puse unos calcetines y fui hacia la salida.
Él corrió detrás de mí.

Me monté en la parte de detrás de su moto esperando a que se pusiera los pantalones en mitad de la calle.

-¿De qué te ríes?- me miró.

-De nada.

-¿Pretendes que te lleve a tu casa?

Le dirigí una mirada. Él la entendió perfectamente. Me agarré a su torso desnudo y enseguida arrancó y metió primera.

Era bastante agradable es aire frío de aquella mañana, no había apenas tráfico. La avenida estaba desierta.

Metió un acelerón. Me agarré a él con más fuerza. Lo sentía mío, sentía que ya nadie me lo podía quitar. Aunque quizás todo eran simples imaginaciones mías, no creo que sea un chico serio. Después de todo todavía no somos novios.
Cerré los ojos, por un segundo tuve miedo.

-Puedes ir más despacio por favor.
-¿Qué pasa tienes miedo?

Volvió a acelerar.

-¡Para!

-No quiero

-¡Joder!

Cogimos una curva. Había alcanzado la máxima velocidad. Tenía miedo. Me solté por un momento de sus perfectos abdominales. Y para lo último que recuerdo ya estaba en el suelo de la carretera.

Me dolía la cabeza. Noté como él paro, se bajo y me cogió en brazos.

-Ambulancia al 234 de M-54

-Enseguida vamos para allá.

-Lo antes posible. Rápido.

Aquella conversación telefónica es lo último que recuerdo de aquella mañana. Mis ojos se cerraron y todo estaba negro. ¿Qué pasaba?

lunes, 10 de mayo de 2010

Capitulo 32

-Se abalanzó sobre mí.- dijo Bob mientras se la quitaba de encima.
El cerdo simplemente se limitó a decir aquello. Permanecí perpleja mirando a Linsay. Linsay era una chica que me había presentado Samanta, así a primeras parecía muy simpática. Muy callada. Algo parecida a nosotras, pero daba la sensación de que a alguien así no se le puede tener como amiga, si no como todo lo contrario.
Después de todo yo no estaba saliendo con Bob, él era libre al igual que yo también lo era . No dije nada, di un paso para atrás y cerré la puerta.
Fui a la cocina cogí la tarta de cumpleaños con las dos manos. Fui a paso ligero a pesar del dolor que sentía en los pies. Volví a abrir la puerta donde se encontraba Bob, ella ya no estaba. Bob me dirigió una sonrisa. Yo se la devolví algo más amarga.
-Me das un trocito de tarta.

-Hombre pues claro, es más te la regalo entera.

Le tiré la tarta en la cara. Cuando su cara ya estaba blanca por la nata con algunos trocitos de chocolate me acerqué y cogí un poco.

-Está muy buena.

Me marché, esta vez del todo satisfecha. Volví a la mesa del salón.

Los invitados estaban esperando la tarta. Por suerte tenía mas de una ya que había contado que vendría mucha gente.
Mamá a pagó las luces, Samanta y Catherine se pusieron a mi lado y todos comenzaron a cantar el famoso cumpleaños feliz que yo tanto odiaba, era algo tan poco origina. Me limité a sonreír cargada por todas las miradas. Me sonrojé.
Mamá me dio un abrazó y papá otro.

-Nicole cariño tu padre y yo nos vamos ya para casa con la abuela.

-De acuerdo mamá.

Le di un beso a cada uno y los acompañé a la puerta.

Mis tíos y familiares comenzaron poco a poco a irse. Se levantaban me decían “Adiós, que sigas tan guapa como siempre” y se marchaban. Yo les daba un beso.

Pronto nos quedamos Samanta dos chicas más y yo, bueno y Bob por supuesto pero estaba todavía en aquella sala.

Comenzamos a bailar, a reírnos de tonterías y yo comencé a abrir mis regalos.
Algunos me hacían demasiada gracias como el pijama de Hello Kitty que me habían regalado por mi dieciocho cumpleaños ¿a quién se le habría ocurrido?.

Samanta no podía aguantarse la risa cuando le conté todo lo de Bob y su amiga la tarta. Las demás chicas nos seguían el rollo riéndose sin apenas entender de que estábamos hablando.

A la que no volví a ver fue a Lindsay, desde que la dejé ahí tirada con mi futuro marido no volví a saber de ella. Había desaparecido. Que falsa por dios.

Acompañé a Samanta y a las demás a la puerta. Las despedí a todas y me quedé un rato contemplando la gran avenida casi desierta a las cinco y cuarto de la mañana.

A lo lejos vi a Lindsay me moví un poco para intentar ver con quién hablaba. Estaba hablando con la secretaria de mi padre. Con aquella mujer que casi me arruina la familia, seguramente ella le habría comido la cabeza a esa pobre chica para que me jodiera mi fiesta de cumpleaños, pero evidentemente no lo había conseguido porque todo me había salido perfecto.

Me olvidé por completo de Bob.

Me quité el traje, me solté el pelo.
Comencé a buscar mi bolsa donde había metido la ropa para cambiarme.

-Buscabas esto.

Estaba en braguitas, de repente me acordé de Bob ¡Mierda!.
Mi cara comenzó a ponerse roja. Él levantó la bolsa para que yo no la pudiese coger y comenzó a dar vueltas por él local.
En el local ya no quedaba nadie tan solo él y yo jugando como dos niños de cinco años peleándose. Él corría más y más rápido yo me rendí.

-¡Venga dámelo ya que no tiene gracia!

El me la tiró. Me con ella se tiró él. Me estampó contra él sillón y comenzó a besarme.

“Dos en una noche menudo cabrón”


domingo, 9 de mayo de 2010

Capitulo 31



Me asomé por la rajita que quedaba abierta del cuartillo de la cocina. No me lo podía creer. Dos bocas juntas unidas besándose apasionadamente en la oscuridad, sin peleas. Preferí no meterme, ya estaba lo suficientemente tranquila respecto a ese tema. Me dolían los pies, es cierto para estar guapa todas tenemos que sufrir. Todas queremos ser como las famosas con los taconazos pero ¿pensamos realmente en nuestros pies?. Me estaba desviando un poco de mis asuntos. El pasillo que separaba la cocina de la sala con los invitados era amplio y bastante largo, me choqué con varios camareros jóvenes que me saludaban con una sonrisa. Me dirigí nuevamente a mi mesa, me senté al lado de Bob.
Se estaba tomando un Gintoni, yo me limité a seguir pidiendo Coca Cola. La gente hablaba, chillaba, se escuchaban conversaciones de todo tipo. Mujeres que desconocía aunque ellas aseguraban que me habían visto de pequeñas no paraban de dirigirme miradas. Bob me metió un codazo. Se acercó a mi oreja me hizo un leve susurro, estaba borracho. Lo levanté de la mesa, lo agarré y le ayudé a ponerse en pie. Se apoyo en mi hombro y lo acompañé al baño.
-Nii..Nicole qué que yo yo te quiero-dijo muy borracho apenas mude entenderle.
Le mostré una sonrisa e hice el amago de irme cuando de repente se tiró sobre mi. Me tiró al suelo. Comenzó a besarme.
No me dejaba aunque tampoco es que yo quisiese que él parara. Pero estaba boracho probablemente a la mañana siguiente no se acordaría de esto.
Lo miré a los ojos, su aliento apestaba.
-Me aplastas
-Déjame un un poco más..
Lo quité de encima mía, el no puso apenas resistencia por lo que no me resultó del todo difícil.

Lo llevé a una pequeña sala que había con dos sillones. Lo deje tumbado ahí y cerré la puerta. Samanta estaba de pie algo preocupada parecía estar buscándome.

-¡Nicole!
-¿Dónde te habías metido?¿Por ciento quién era este tio?
-Un amigo
-¿Un amigo muy maduro no?
-No seas tonta

Las dos explotamos en una carcajada.
Mis padres salieron agarrados de la mano por el pasillo, se sentaron a lado y me sonrieron. Yo les devolví la sonrisa.

Catherine estaba hablando con amigas mías, parecía estar pasándoselo bien. Sobre todo parecía que le gustaban los rollitos de bacon. La saludé con la mano, ella me guiñó el ojo.

Todo parecía estar bajo control, volví con Samanta hacia la mesa.

Todo el mundo reía, hablaba, comía. Me lo estaba pasando muy bien.

El timbre sonó. Bajé rápidamente al hall.
No sé quien podría ser , todos los invidatos ya estaba aquí. No faltaba nadie.

Abrí la puerta y puse mi sonrisa de recibir a gente. Una mujer muy pintada, con una falda roja muy corta y unos tacones de aguja. La reconocí. Era la secretaria de papá.
La mujer por la cual mis padres se habían peleado.

Mi sonrisa se borró de mi cara.

-¿Esta tu padre?

-No, no ha venido.

-¿Me dejas pasar?

Los labios me temblaron, no me salía el ¡no! Que evidentemente debía de decirle, no me salía nada. No sabía lo que hacer. Odiaba aquellos momentos, no valía para esos tipos de problemas.

-No puedo.

-De acuerdo

La mujer se retiró. No insistió lo cuál me pareció bastante raro.

Volví a subir a la sala, estaba algo aturdida. Cogí un puñado de croquetas unas diez o doce y me las metí todas en la boca, para evitar responder preguntas a nadie.
Me las fui tragando una a una me manché toda la cara.
Pasé por delante de la mesa donde estaban mis padres, los dos cogidos de la mano. Como siempre había sido. No quise meter la pata, preferí callarme lo que acababa de ver y seguí hacia delante como si nada hubiese pasado. Como si aquel momento que acababa de vivir no hubiese existido.

Fui a ver como estaba Bob. Abrí la puerta.
Dos piernas muy finas, se movía. Una melena morena se agitaba rápidamente, reconocí el tatuaje de Bob en sus brazos fuertes y musculazos, en esos brazos que tantas veces había yo soñado estar agarrada.

Di un paso hacia delante.

Los dos levantaron la cabeza. Bob me miró.

Se quedaron en silencio.

Capitulo 30



¡Esto era totalmente surrealista! Tenía su cara a apenas dos centímetros de la mía y estaba helada de pies a cabeza. Él esperó un poco a esa distancia, no era como el cretino de John, quería comprobar si a mi me importaría. Y, sinceramente, ni yo misma sabía la respuesta a esa pregunta. Así que me quedé muy quieta, esperando que él averiguara antes que yo lo que yo misma quería.

Se acercó aún más y sus labios apretaron los mios durante un segundo escaso, un simple piquito. Pero sólo había sido una prueba para ver mi reacción.

Esta vez me besó de verdad, no fue en plan película. Fue aún mejor, porque era real, él no pretendía hacer que pareciera un beso de película, lo estaba sintiendo de verdad. Yo lo noté.

Fue un beso largo y fuerte. Cuando me soltó yo respiraba como si acabara de correr desde Madrid hasta aquí sin parar. Me dolía el pecho. Pero a la vez me sentía mejor que nunca, sentía que todo era perfecto en ese instante.

Me miro a los ojos y yo hice lo mismo. Vi que quería que le diera una respuesta. ¿Qué quería que le dijera? “Ha sido el mejor beso de toda mi vida, ¡quiero salir contigo! ¡quiero que no me dejes nunca!, ¡que me beses así cada día!” ¡No! ¡Nicole! ¡Contrólate! A ver... tenía que decir algo o salir por patas. Por un momento me apeteció poder elegir la segunda opción, pero estaba clavada en el suelo, si me movía era bastante probable que me cayera. Eso si que no me lo podía permitir, sería patético.

-Y-y-yo...- ¡Otra vez el tartamudeo! Bueno, esta vez era un poco más comprensible ¿no?

Él vio que dudaba. Sabía que no iba a ser capaz de decir una frase completa por mi cuenta.

-No hace falta que me sueltes un parrafada como la que te he echado yo. Sólo dime si te ha molestado, si es así, me voy ahora mismo, pero si...

-¡No!- no pude evitarlo, sólo era pensar que podría irse en ese momento... - ¡No te vayas!... No me ha molestado.

-Siento haber sido tan bruto... En verdad sólo quería preguntarte si saldrías conmigo mañana. Ya sabes. A enseñarme Barcelona. La cosa se me ha ido de las manos.

Yo preferí seguir hablando en susurros, si no, no iba a ser capaz de controlar la voz y acabaría chillando como una histérica.

-No importa, de verdad. Me encantará enseñarte Barcelona.

Él sonrió. Yo me puse de un color más vivo que el 'Rojo Pasión' de mis uñas y le devolví la sonrisa.

Entramos en la fiesta y le presenté a todo el mundo como si nada. El problema venía cuando algún familiar graciosillo saltaba con lo típico de: “¡Qué guapo es tu novio, Nico!” y yo miraba al suelo deseando que se abriera un agujero debajo de mis pies en ese momento.

Después de presentarse se sentó en la mesa de las personas entre 16 y 25 años y cenó como el resto de los invitados.

Yo me dirigí hacia la cocina. Había desconectado por completo durante un minuto, probablemente el mejor minuto de mi vida. Pero no podía desconectar más. Tenía que saber cómo iba la cosa con mis padres.

Me imaginaba encontrarme con muchas cosas distintas: una riña, un castigo, un llanto, o incluso que alguno de los dos me dejara de hablar durante un buen tiempo,… Lo que no vi venir fue lo que me encontré.

Sin duda aquella era la mejor noche de mi vida.

Capitulo 29




Me quedé paralizada. Él me miró de arriba abajo y dijo en voz muy baja:
-Hola…
-…- 'Espera'. Me dije a mí misma. 'Esto no es real'. No podía ser, ¿no? No, definitivamente estaba alucinando. A lo mejor el golpe que me había dado había sido más fuerte de lo que creía. Pero no era así, estaba allí, podía verle, podía notar cómo se ponía nervioso al ver como se me subían los colores… ¡Era Bob!

Yo me había quedado de piedra, con la boca medio abierta, como una tonta, sin saber qué decir. El silencio empezaba a incomodarme cuando él dijo:

-Felicidades, por cierto.

-Gra-gracias…- ¿Estaba tartamudeando? ¡Venga ya! Yo no soy así. Yo no tartamudeo. Siempre he sido una persona abierta, que dice lo que piensa sin cortarse, al menos, no tan fácilmente.

Me puse aún más roja. Pero intenté tranquilizarme.

-B-bueno y… ¿qué haces aquí? En Barcelona, quiero decir.

-Un amigo de mi primo, que vive por aquí, se enteró de que hacías una fiesta y de que yo te conocía, así que me avisó. Sólo quería felicitarte…

Ahora fue él el que se puso colorado. Yo ya me había relajado.

-¡Oh! Pues gracias… ¿quieres…? en fin ¿Quieres pasar?

-Claro.

-Por aquí.

Iba a dirigirme al salón con los demás invitados cuando él me cogió de la muñeca para que me parara y me diese la vuelta. Casi se me sale el corazón del pecho.

-Espera…

-¿Qué pasa?

-No es cierto, no he venido sólo a felicitarte- empecé a decir algo pero él me cortó- Escúchame, por favor. Primero tengo que decirte que tengo una media de 7 en el instituto, sinceramente, no necesitaba a tu hermana para hacer los deberes- ¿A qué cuento venía eso? ¿Qué pintaba Catherine aquí?- Sólo pretendía... Quería acercarme a ti, conocerte, aunque en realidad yo ya se cómo eres tú... la cosa era que tú me conocieras a mí. No se, a lo mejor te gustaría saber cómo soy yo ¿no?...

Me quedé como una estatua, se me aceleró el pulso, notaba el descompás de mi respiración. Él empezaba a derivar, creo que ni él mismo sabía ya lo que estaba diciendo cuando de repente se paró y cambió el tono de su voz.

-Por favor ¡dime algo! Bueno ¿sabes qué? No importa, no digas nada... - Me pareció que se iba a ir y me entró un miedo horrible por el cuerpo. Pero él se acercó más, todavía no había soltado mi muñeca, así que tiró de mi y me puso la otra mano en la cintura para girarme y que quedara totalmente frente a él. Acercó su cara a la mía y a mi me empezaron a sudar las manos.

Cada vez estaba más cerca y yo seguía sin saber qué hacer, aunque claro, tampoco se si hubiera sido capaz de hacer algo aunque supiera lo que debería ser...

Capitulo 28

Estaba preparada. Al menos en lo que se refiere al aspecto. Llevaba el vestido largo que me había comprado con mi madre para la ocasión, con el pelo liso suelto que me llegaba más debajo de la altura de los hombros, estaba lista. Pero estaba nerviosa.
Fuimos al sitio donde iba a ser la fiesta algo así como una hora antes de que empezara a llegar gente, para asegurarnos de que todo estaba en orden.
Empezó a llegar la familia, primero los más cercanos: mis abuelos, algún tío que vivía por allí cerca y los correspondientes primos. Yo había tenido que ir ha recibirlos a todos.
Me lo estaba pasando genial con mi familia y amigos, que habían llegado poco después. Tuve que ir, una vez más, al hall a recibir a otro invitado. ¡Tierra trágame! Pensé al verle. Me encantó ver a mi padre, por supuesto, pero me puse de los nervios. Entre una cosa y otra no me había dado tiempo a montar una explicación para mamá. ¿Qué le iba a decir? “Mamá, invité a papá hace tiempo y no te lo he dicho porque me daba miedo que me echaras a los leones”. ¡No era plan!
-¡Hola papá!- me eché a sus brazos y le dí un beso por mejilla. A él eso le pilló con la guardia baja, pero se recobró y también me saludó:
-Hola cariño, yo también me alegro de verte- dijo entre risas. Se retiró de mi abrazo y me dio un regalo mal envuelto diciendo el típico “felicidades”. No lo abrí, lo dejé con el resto de los regalos. Ya lo abriría más tarde.
-Gracias papá, ¿vamos?
-Vamos.
Y allí estaba yo, de camino hacia la muerte… vale, a lo mejor exageraba un poco, pero si que me esperaba un buen castigo.
Mi madre no nos vio entrar, pero parte de los invitados eran familiares de la familia de papá, y empezaron a saludarle, contentos de verle allí, mamá vio la bulla y vino a ver quién había llegado. Me quise morir cuando vi su cara. Papá reaccionó ante el sonido de horror que hizo mi madre:
-Cariño por favor, hablemos un segundo.
En ese momento mi madre me miró extrañada y horrorizada a la vez, yo puse cara de disculpa, no podía sentirme más culpable por no haberle avisado.
Se fueron a hablar al pequeño habitáculo que había entre la cocina y el gran salón. Yo estaba que se me salía el corazón del pecho. Traté de relajarme y volví a la fiesta.
Había pasado demasiado tiempo, pero no podía preocuparme… yo tenía que seguir con lo mío. Hacía tiempo que había dejado de llegar gente así que me sorprendí cuando me avisaron de que había un chico en la puerta preguntando por mí. Será un primo que se ha enterado mal de la hora. Pensé. Y fui al hall bajando las escaleras por quinceava vez. Resbalé con los tacones y me di con la pared en la cabeza, nada grave, ni siquiera me dolía cuando me puse derecha. Llegué abajo, allí no había nadie, o eso creí yo, hasta que le vi. Estaba apoyado en la pared, detrás de la puerta abierta. No podía creerlo. No podía ser.
¡ESTO NO ERA REAL!

Capitulo 27



Me levanté de un salto. Tenía dieciocho años, era sábado. Por un momento todo era genial en mi cabeza. Bajé a desayunar. Mamá y Catherine me esperaban con tortitas y un regalo. Yo les sonreí a las dos.
Intenté escapar de los esperados tirones de oreja de mamá, pero no lo logré.
-Uno
-Dos
-Tres...
Todos y el último un golpetazo en la nariz.
Le di un abrazo y ella me echó nocilla en las tortitas y luego me dio el plato.
-Oye Catherine y como te va con Jonh

-Estupendamente pero se ha tenido que ir de viaje con su padre.

Estuve muy atenta a la conversación que tuvieron mi madre y Catherine. Luego me quise echar a reír. Era evidente que Jonh era un cerdo pero la única que se daba cuenta aquí era yo.

Seguí comiendo. Sonó el timbre.

-¡Abuelitaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Fui corriendo hacia sus brazos. Por poco me la cargo. Pero me hacía tanta ilusión verla.

Le quité el bastón de la mano y la senté en el sofá.

-Nicole que me vas a matar

-Tú tranquila abue que conmigo estas a salvo.

-Si sobre todo contigo-intervino Catherine

Catherine se dirigió hacia nosotras y se sentó encima de la abuela intentado estrujarle la cara. Yo me tiré encima y le ayudé a martirizarla.

-¡Niñas que me matáis!

Las dos estallamos en una carcajada.

El sol brillaba. Me asomé por la ventana de mi habitación. Era como si todo el mundo tuviese la misma felicidad que yo. Me sentía súper animada, con ganas de hacer todo. Era mi día nada podía salir mal.

Doscientas llamadas telefónicas con la misma conversación. Es la cosa más estresante de tu cumpleaños.

-Hola Nicole ¡Felicidades!
-Gracias

Me preocupaba aún más lo de mi padre le dije que la fiesta iba a ser sobre las nueve y le di la dirección del loca. Iría allí y vería a mi madre. Tenía miedo a que se montara un escándalo por mi culpa, pero por otra parte era mi padre y después de todo yo quería verlo. Por mucho que me haya metido esa puñalada en el estómago.

Fuimos a darle una vueltecita a la abuela, le queríamos enseñar Barcelona. Fuimos hasta el centro y estuvimos horas y horas paseando por calles estrechas.
La abuela estaba asombrada, todo le encantaba. Pero aún más que yo estuviese todo el día riéndome sin motivo alguno. Todo me parecía perfecto, absolutamente todo.

Fuimos a comer a una pizzería de la Avenida principal.

Nos atendieron realmente bien.

A medida que iba avanzando en día el corazón me latía más y más fuerte. Quería que todo saliera tan perfecto.

Fui a la peluquería. Me alisaron el pelo y me cortaron un poco las puntas.

¡ESTABA ATACADA!

Capitulo 26



Hace dos semanas que no los volví a ver. Justo desde aquel día en el que él, mi chico de las Ray-Ban o mejor dicho el cabrón de las Ray-Ban me sacó la lengua por la ventana haciéndome creer que yo estaba alucinando. Mi cumpleaños era mañana. Estaba algo nerviosa aunque no del todo. Ya tenía el local reservado y mi traje largo de color crema también. Podríamos decir que llevaba todo bajo control. Esta mañana había repartido todas las invitaciones en clase y ahora mismo estaba llamando a familiares para invitarles.
Había cogido la agenda de mamá y los estaba llamando a todos uno por uno. La mayoría estaban en Madrid como era de esperar. Unos me decían que si que vendrían que en el Ave se tardaba relativamente poco pero otros ponían mil excusas. Había algunos que ni se acordaban de quién era "Nicole" yo me reía y les explicaba toda la película familiar entonces ellos fingían un "¡Ah si ya lo recuerdo! pero decían que tenían cosas que hacer.
A mi me daba exactamente igual, sabía que ya tenía muchísimas gente. Justo cuando llegue al número de mi padre estuve un rato pensando en que si lo llamaba o no. Pero él se adelantó, sonó el teléfono y era él.
-Nicole cariño mañana es tu cumpleaños, por lo menos tendré que ir a verte. ¿Vas a hacer algo?.
Aquella frase que no entendí muy bien. Le conté todo lo de la fiesta y por supuesto le invité pero no le conté nada a mamá.
El día estaba siendo agotador había perdido la cuenta de con cuantas personas había hablado aquella tarde.

Mamá estaba aún más nerviosa que yo. En realidad es lo típico No sabía que ponerse, quería que todo saliera genial, me estaba poniendo realmente de los nervios.

-Mamá tranquilízate un poco, que esta todo bajo control.

-Mañana a las doce peluquería y ahora a las nueve tenemos la cito con los del catering.
-Ya mamá no soy tan tonta como para olvidar cosas así. Para un poco y siéntate.

-¿Cómo que me siente? ahora tengo que ir a comprarme un vestido o algo que ponerme, que con todo este lío no tengo nada.
-Bueno pues venga voy contigo.

Mamá subió a ponerse unos zapatos y algo con lo que poder salir a la calle, cogió el bolso, se pintó los labios. Abrió la puerta y nos subimos en el coche.

Íbamos a almacenes London, una tienda para señoras de su edad. La ropa era algo antigua pero estaba bien, para mi madre la veía estupenda. Lo que pasa es que a ella no le gustaba demasiado la ropa y siempre se lo quería quitar del medio.

Entramos en aquella tienda. Había muchísima gente, nos adentramos entre la multitud y comenzamos a mirar todas las perchas y los apartados.

-Mamá mira este vestido es perfecto.

-¿No es demasiado atrevido?

-No pruébatelo.

Entró en el probador. Le quedaba genial, justo como yo pensaba.

-¿Pero no es demasiado caro?

-Mamá pero el vestido te puede servir para más cosas.

-No sé yo.

-Llévatelo y no hables más.

-Me lo llevo porque lo dices tú.

Siempre tan indecisa, tan insegura de si misma.

Estaba reventada entre una cosa y otra no había parado en todo el día.
Me tiré en el sofá y empecé a ver la televisión.

Algo no me dejaba estar tranquila y no era que mañana tenía mi puesta de largo.
Melisa y Jonh habían desaparecido, llevaban dos semanas sin venir a clase y por lo que preguntaba a la gente nadie sabía nada de ellos.

Tampoco sabía como decirle a mamá que había invitado a papá.

miércoles, 28 de abril de 2010

Capitulo 25.



Frente a la pantalla del ordenador chateando con Sophie. Las cosas habían cambiado demasiado en Madrid había gente nueva. Nadie parecía haberse molestado por mi desaparición. También me dijo que Bob se había mudado que hacía bastante tiempo que ya no lo veía y que mi antigua casa estaba ocupada por unos borrachos que ponían la música atope. Esto último me hizo reír. El día había sido agotador, ya hacía más calor. Me sudaban las piernas. Esta última frase es un poco extraña, pero ¿cómo expresarlo de otro modo?. Últimamente me estaba dando igual todo, me quedaban dos semanas para cumplir dieciocho, estaba planeando hacer una puesta de largo pero aún estaba bastante indecisa. Melissa hoy había faltado al colegio y a mi chico de las Ray-Ban no lo había visto por ninguna parte. En el recreo fui a hablar con Catherine y contarle lo que estaba pasando pero no hubo manera. Esta chica me esta volviendo loca, la vi en el recreo con un bocadillo de esos súper grandes de chorizo que apestaban desde la esquina. Evidentemente el mío era mas grande pero yo era bastante más lista puesto que el mío era de nocilla. En la clase de después del recreo el profesor de francés nos dio una charla. Dijo nuestro grupo en general estaba empeorando bastante y que apenas nos quedaba un mes y medio para la prueba de selectividad, sentí que todo aquello lo estaba diciendo especialmente por mí.
Apagué el ordenador. Seguí recordando las cosas del día, como se me pasaban los días como mi pensamiento flotaba por las nubes como si mi vida no fuese real. Como si tan sólo todo fuese un sueño o mejor dicho una pesadilla.
Volví a pensar en que habrían hecho Melisa y Jonh aquella mañana, en por qué ambos habían faltado de clase.
Le conté a Samanta todo lo que estaba pasando entre mi hermana y Jonh y se quedó con la misma cara con la que me quedé yo cuando vi aquel beso entre Melisa y mi chico. Todo estaba siendo tan extraño y a Jonh no lo quiero volver a ver en la vida. Me da tanto coraje que la gilipoyas de mi hermana no me quiera escuchar, encima de que trato de que un tío no le parta el corazón y que tenga más motivos para llorar. Dios mío que desconfianza y pasotismo puede llegar a tener la gente.

Me levanté de la silla. Abrí la mochila, me quité la falda, me quede con el polo y los culotes rosa fusia. Me miré frente al espejo, los culotes parecía que se iban a romper. El chocolate estaba afectando pero a mí me daba igual, me gustaba estar así gordita. Nunca me habían preocupado esas cosas. Me volví a sentar. Me hice un moño y saqué los libros de filosofía, mañana tenía examen y tenía que aprobar sea como sea.

Era la primera vez en todo el curso que abría el libro y leía aquel tema. No tenía ni idea. La tarde se estaba haciendo lenta y en calor insoportable.
Autobuses, coches, motos, personas, semáforos en rojo, madres apuradas porque llegaban tarde a algún sitio. La ventana tenía unas vistas realmente expectantes. Me gustaba.
Me quedé embobada.
Me espabilé y volví a meterme en mis estudios.

La tarde pasó así, nada interesante. Nada nuevo, nada que perezca la pena saber realmente. Solo que mañana iba a copiar seguramente, después de todo era la mejor solución diga lo que diga la gente.

La puerta de casa se abrió llegaron mamá y Catherine de hacer la compra. Las dos dejaron todas las bolsas en el suelo y se secaron el sudor que les caía de la frente, yo hice lo mismo y bajé a ayudarlas.

Mamá sonreía, Catherine también. Qué coño habrían hablado que yo nunca me enteraba de nada.
Colocamos todas las cosas en su sitio, nos reímos un rato. Luego me llamo Samanta para ver que tal llevaba el examen, yo le dije que había estudiado más o menos. Lo que era mentira ya que simplemente me lo había leído y cinco temas no te los estudias sólo leyéndotelos.

Volvía a asomarme por la ventana de mi habitación. Volvía a estar Jonh besándose con Melisa, baje otra vez al salón y cogí a Catherine de un brazo. Abrí la puerta.

-¡Ahí tienes!

Ella me miró perpleja, no había nada. Tenía razón.

Volví a creer que estaba loca.

Me di un manotazo en la frente y cerré la puerta.

-Mamá, ¿tengo fiebre?

Mi madre se acercó me tocó con la mano la frente.

-No, estas sudando.

-Hombre, eso ya lo sé.

-¿Cómo llevas el examen?

-Bien, bastante bien.

-Me alegro cariño.

Me dio un beso en la mejilla y volvió a hacer sus cosas. Yo subí las escaleras algo atontada y entré en mi habitación.

Yo juraría que él estaba ahí con ella. Yo nunca he tenido una alucinación.
¡Dios mío! ¿Y si me estoy volviendo loca?

Y los volví a ver. Estaban abrazados. Él sin que ella se diese cuenta me miró, y me sacó la lengua.

martes, 27 de abril de 2010

Capitulo 24.



Me di un tortazo contra la frente. No podía parar de reírme. Los vecinos seguramente estarían pensando que los de la casa de al lado estaban locos porque mi risa no era normal. Me quite la ropa y me metí en la ducha. Conecte el ipod a los altavoces y comenzó a sonar"Battlefield de Jordin Sparks". Subí el volumen era una de mis canciones favoritas. Cerré la puerta del baño con pestillo. Me lave el pelo, estaba tarareando la letra de aquella canción mientras el agua fría caía sobre mi cabeza. Nunca me había gustado el agua caliente, es cierto que en invierno a veces apetece. Pero la verdad siempre he sido de cosas frías, como el Cola-Cao todo fresquito. Me até la toalla a la cabeza y me puse el albornoz. Apargué la música y volví a mi habitación. Cogí el pijama de debajo de la almohada y me lo puse. Esta hecho una bola, como toda mi ropa.
Catherine estaba en su cuarto encerrada haciendo deberes y mamá estaba viendo la tele, tirada en el sofá. Baje las escaleras bastante deprisa y me tiré en el hueco del sofá justo al lado de mi madre.
-Cariño
-Mamí, ¿que estas viendo?
-¿Qué crees?
-La mítica serie "Sexo en Nueva York"
-Acertaste de pleno.
-Pero joder mamá son capítulos repetidos.
-Pero yo estos no los he visto.
-Pues yo sí, los vi con papá.

De repente nos quedamos las dos mirándonos, con ganas de llorar. Pero aguantamos, ni una sola lágrima cayo de ningún ojo. Nos apartamos la mirada y comenzamos a ver la televisión.En silencio.
Mi madre siempre estaba viendo aquella serie. Tenía que reconocer que no estaba nada mal pero verla diez veces ya rayaba un poco. No entendía el silencio que se produjo cuando nombré a papá ¿nunca lo voy a podré volver a nombrar?. Otra de mis preguntas permaneció en mi cabeza esperando una coherente respuesta. Debíamos de ser maduras.
La serie acabo, algo intrigante pero como yo ya había visto el capítulo siguiente pues conocía perfectamente todos los detalles de como iba a continuar.
Mamá se levantó de golpe y se fue a la cocina a hacer la cena. Yo cogí en mando sin dudarlo ni una sola vez y puse "Hannah Montana". No, no tengo ocho años tengo diecisiete apunto de cumplir dieciocho pero aquella chica me fascina, la serie me flipa aunque me parece algo falsa.

-¡Chicas ya esta la cena!-gritó mamá mientras ponía la mesa.

Apagué la televisión corriendo y fui a la cocina me senté en mi silla de siempre. Catherine bajó vio las hamburguesas y dirigió a mamá un gesto de odio.
-Yo mejor me como una manzana.
-Claro y también una hamburguesa
-No. Enserio no tengo hambre
-Tu hambre me da igual te la comes y ya esta.

Se sentó. La partió en trocitos y se la comió. Esta vez si que lo hizo de verdad y no con demasiado odio, le tendría que sentar estupendamente.
Yo cogí pan y le eché "Kétchup" a la hamburguesa imitando a mi madre. Luego me volví a reír al recordar aquel beso entre Melisa y mi chico.
Catherine se levantó, fui tras ella.
-Niña eres gilipoyas o ¿qué?
-¿Y tú?
-Yo no hago que mamá se enfadé yo soy coherente y tengo personalidad.

Se quedo mirándome luego no me contestó. Volví a la cocina a recoger mi plato y limpiarme la boca.
No entendía por qué hacía todo aquello, por qué se comportaba últimamente de aquella manera tan fría con todo el mundo. Más preguntas que esperan solución.

-No te preocupes ya se le pasará.
-Si- le respondí a mamá
-Hoy me ha contado que estaba saliendo con un chico.
-¿Te ha dicho el nombre?
-Si, ahora mismo no lo recuerdo empezaba por “J”. ¡Ah ya!
-Dime
-Se llama Jonh
-Un chico moreno que siempre lleva unas gafas Ray-Ban-continué.
-Volviste a aceptar de pleno Nicole.
-No mamá pero seguro que estaba bromeando con ese ella no puede estar saliendo.
-Me dijo también que era de tu curso ¿no?
-Si, si . ¿Pero seguro que no se ha quedado contigo?
-Qué no.

Enserio me iban a volver loca. Yo no estoy loca. Yo soy una persona coherente que piensa que no confunde personas, que no tiene visiones. El la última revisión de oculista me había dicho que tenía vista de lince así que yo vi con mis propios ojos como el chico de las “Ray-Ban” también llamado por su nombre verdadero Jonh besó a Melissa con su boca, sus labios se pegaron. Parecían enamorados. Él no podía estar saliendo con dos a la vez y menos si la otra era mi hermana.

Aquella noche no pude dormir. Pero en la agenda del colegio de mi hermana había un corazón “Te quiero Jonh”.

lunes, 26 de abril de 2010

Capitulo 23



Abrí el paquete de galletas. Me las comí todas. Una tras otra, pensando en por qué mi hermana estaba así, por qué mi madre no pensaba un poco más, por qué aquel chico me había besado. Mis preocupaciones no me dejaban apenas vivir por eso decidí comer.

Volví a mi habitación sin pensar en nada. Contando los escalones. Nunca me había fijado de que en las escaleras de mi casa había dieciséis escalones. Abrí con fuerza la puerta de mi habitación y me tiré en la cama. Me quedé dormida. Perdí la noción del tiempo, me sumergí en un bonito y profundo sueño. Allí donde no me importa lo que esté pasando en este momento sin miedos, sin preocupaciones sin nada.
El móvil comenzó a sonar.
-¿Si?-pregunte algo dormida aún
-Nicole ¿a qué hora piensas llegar?
Miré el reloj las nueve. Lo había olvidado por completo.
-Lo siento. Voy.
Pulsé el botón rojo de mi nuevo nokia, lo bloqueé y me lo metí en el bolsillo.
Abrí la puerta, bajé las escaleras esta vez sin contarlas. No tenía tiempo.
-Adiós me voy
Nadie me respondió aún así yo cogí las llaves de casa y cerré la puerta con un portazo de esos que tanto mamá odia. Yo qué se que estarían haciendo las dos en aquel momento que ninguna me respondió, no hizo ni el más mínimo ruido.
Fui andando me convenía moverme un poco después del atracón de galletas. Algo muy normal en mí. Todo lo que le falta a Catherine me sobra a mí. Pensé mientras caminada. Me volví a poner melodramática, decidí olvidar aquello que había pensado y comencé a mirar a mi alrededor. Mujeres paseando a sus bebés, dos o tres enamorados besándose o andando de la mano por la calle. A lo lejos "Heladería Farineli-Nuevos sabores" , me di una pequeña carrera y llegué ahí estaba Samanta algo nerviosa con dos o tres tarrinas de helado ya acabadas, dándole golpecitos a la mesa con la camiseta manchada de fresa.
-¿Estaban buenos los helados de fresa?
-¡Capulla! Podrías ser un poquito más puntual
-Lo siento de verdad. Me he quedado dormida.
-Jaja anda.

Saqué la silla enfrente de ella y me senté. Llamé al camarero con una mueca. Un chico bastante joven, rubio de ojos marrones. No muy guapo según mi criterio.
-Tres bolas de chocolate
-Enseguida señorita.

-¿Y bien qué era eso que me tenías que contar?-dijo Samanta algo impaciente e intrigada.

Le conté tondo lo del chico de las Ray-ban desde el principio hasta el fina. Samanta se partió de la risa.

-¿Se puede saber que te hace tanta gracia?
-Nada, nada..
-Dímelo
-Enserio que no es nada.

Llegó el mismo camarero con mi helado, me lo dejó sobre la mesa.

Cogí la cucharilla y comencé a comérmelo. Estaba muy bueno, pero no tanto como las galletas. Samanta comenzó a mirarme celosa.

-¿Qué te doy envidia?
-No, el mío era más grande
-Jaja Idiota

Me lo acabé rapidísima y volví a llamar al camarero.
-La cuenta por favor

Se fue y volvió con un ticket.

-Es caro ¿eh?-le dije bromeando
-Bueno si quieres te puedo hacer un descuentillo
-¿Enserio?
-Bueno mejor te regalo el helado.
-¿Bromeas no?
-No
-Muchas gracias de verdad
-De nada señorita.

Hizo una pequeña reverencia yo me comencé a reir sin poder aguantarme y Samanta a mi lado estaba casi llorando ya de la risa.
El camarero nos volvió a echar una miradilla, le sonreímos y nos marchamos felices.

-Ves soy tan guapa que hasta me regalan helados
-Ya, eso es por que me han visto a mí.
-Si, si claro

Samanta me metió un empujón , me tiro al césped. Se tiró encima mía. Parecíamos dos niñas pequeñas que peleándose por su barbie. Dimos vueltas y vueltas. Luego nos tendimos una al lado de la otra a pensar.
Samanta me caía bien ¿Qué digo bien? Casi me había olvidado ya de Sophie.

Me despedí de ella. Me levanté me sacudí la falda y me volví andando.

Aquel mercedes rojo. Aquella falta por los tobillos, ese polo apretado. ¡Melissa!
Casi me desmayo al ver lo que estaba viendo. Era ella, ella. Besándose con el chico de las Ray-ban, con mi chico de las Ray.ban. No sé porque pero me molestaba.
Me quede un rato perplejo embobada mirando como continuaba aquel beso.
Me tape la boca, los ojos. Me eche a reír. Tenía ganas de llorar.