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domingo, 9 de mayo de 2010

Capitulo 29




Me quedé paralizada. Él me miró de arriba abajo y dijo en voz muy baja:
-Hola…
-…- 'Espera'. Me dije a mí misma. 'Esto no es real'. No podía ser, ¿no? No, definitivamente estaba alucinando. A lo mejor el golpe que me había dado había sido más fuerte de lo que creía. Pero no era así, estaba allí, podía verle, podía notar cómo se ponía nervioso al ver como se me subían los colores… ¡Era Bob!

Yo me había quedado de piedra, con la boca medio abierta, como una tonta, sin saber qué decir. El silencio empezaba a incomodarme cuando él dijo:

-Felicidades, por cierto.

-Gra-gracias…- ¿Estaba tartamudeando? ¡Venga ya! Yo no soy así. Yo no tartamudeo. Siempre he sido una persona abierta, que dice lo que piensa sin cortarse, al menos, no tan fácilmente.

Me puse aún más roja. Pero intenté tranquilizarme.

-B-bueno y… ¿qué haces aquí? En Barcelona, quiero decir.

-Un amigo de mi primo, que vive por aquí, se enteró de que hacías una fiesta y de que yo te conocía, así que me avisó. Sólo quería felicitarte…

Ahora fue él el que se puso colorado. Yo ya me había relajado.

-¡Oh! Pues gracias… ¿quieres…? en fin ¿Quieres pasar?

-Claro.

-Por aquí.

Iba a dirigirme al salón con los demás invitados cuando él me cogió de la muñeca para que me parara y me diese la vuelta. Casi se me sale el corazón del pecho.

-Espera…

-¿Qué pasa?

-No es cierto, no he venido sólo a felicitarte- empecé a decir algo pero él me cortó- Escúchame, por favor. Primero tengo que decirte que tengo una media de 7 en el instituto, sinceramente, no necesitaba a tu hermana para hacer los deberes- ¿A qué cuento venía eso? ¿Qué pintaba Catherine aquí?- Sólo pretendía... Quería acercarme a ti, conocerte, aunque en realidad yo ya se cómo eres tú... la cosa era que tú me conocieras a mí. No se, a lo mejor te gustaría saber cómo soy yo ¿no?...

Me quedé como una estatua, se me aceleró el pulso, notaba el descompás de mi respiración. Él empezaba a derivar, creo que ni él mismo sabía ya lo que estaba diciendo cuando de repente se paró y cambió el tono de su voz.

-Por favor ¡dime algo! Bueno ¿sabes qué? No importa, no digas nada... - Me pareció que se iba a ir y me entró un miedo horrible por el cuerpo. Pero él se acercó más, todavía no había soltado mi muñeca, así que tiró de mi y me puso la otra mano en la cintura para girarme y que quedara totalmente frente a él. Acercó su cara a la mía y a mi me empezaron a sudar las manos.

Cada vez estaba más cerca y yo seguía sin saber qué hacer, aunque claro, tampoco se si hubiera sido capaz de hacer algo aunque supiera lo que debería ser...

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