viernes, 23 de abril de 2010
Capitulo 21.
El despertador empezó a sonar y no paraba por más que le diera golpecitos no paraba. Terminé por quitarle las pilas y tirarlo al suelo. El despertador se partió en mil trocitos que un poco más tarde tuve que recoger.
-¡Buenos días!- Grité bajando las escaleras no sé, estaba feliz.
Algo bastante raro en mí últimamente y además por la mañana, justo antes de ir al colegio.
-No lo puedo creer Nicole, te has despertado a tu hora.
-Jaja Ya ves hermanita la magia del despertador.
Si ella supiera que me he cargado el despertador que me regaló, no me lo diría tan sonriente.
-Ha sido un regalo útil
-Si, mucho.
-Y seguramente te durará muchos años.
-Claro.
Aquella última palabra me costó bastante trabajito que saliera de mi boca, ya que el despertador no me había durado ni una semana.
Catherine estaba desayunando sin ningún problema. Un tazón de cereales con cola-cao, me preparé uno igual y me senté a su lado.
Las dos comíamos y no surgió ninguna conversación más entre nosotras.
Subí a mi habitación ya no tan alegre al pensar que a primera hora tendría al pesado del profesor de matemáticas que tan mal me lo hacía pasar siempre.
Por otra parte mi cabeza también estaba ocupada por ver a Catherine comer sin ninguna queja y además que mamá no estaba delante.
El uniforme aquella mañana estaba arrugado y el jersey hecho una bola debajo de la almohada. Me acordé de que anoche me lo metí debajo para que la almohada estuviera mas dura y pudiese dormir mejor. Una de mis ideas magnificas.
Me lo puse a toda velocidad y me colgué la mochila.
Mamá no estaba en su habitación, ni tampoco por ningún lugar de la casa. Supongo que habrá cambiado de horario en el trabajo, cuando llegue se lo preguntaré.
El colegio estaba especialmente lleno, unas americanas habían venido de intercambio, todas eran exactamente igualitas. Rubias un poco regordetas y con los ojos azules o verdes.
Samanta me agarró por la espalda.
-¿Qué tal?
-Bien ¿tu?
-Bien
-¿Has visto a las americanas?
-Si, vienen todos los años. El año pasado me hice amiga de una que estudiaba en New York.
-Que guay. Cuando acaben las clases nos acercamos a ver.
-De acuerdo- dijo con un sonrisa en la boca.
Llego el capullo de mi profesor, perdonar por el vocabulario pero es que la persona lo exige. A él no se le puede llamar de otra forma, "capullo" lo define especialmente bien.
Mi rutina era la misma, no había estudiado al igual que tampoco había hecho los deberes. Iba chunga hacia la selectividad.
Hay estaba, el chico de las Ray- Ban, aunque ya se su nombre llamémoslo así mejor. Estaba entablando una conversación con una de las americanas. Se oía su fatal pronunciación y la pobre chica estaba intentando entenderlo aunque no lo consiguió.
Él se comenzó a dirigir a mí.
-Ayer te vi en el cine
-¿Enserio? ¿Crees que soy tonta no?
-Jaja No lo creo. Lo tengo seguro.
Se abalanzó sobre mi me dio un beso. Un beso de película como los que se daba mi madre. Parezco estúpida pensando estas cosas en mitad de un beso. ¿Pero que hace?¿Por qué me besa?
Es otro capullo, imbécil insensible. Le gustan todas. Por lo que me había contado Samanta él se había liado con ella y con otra a la vez. No, no me apetecía salir con un guarro.
El continuo agarrándome besándome, tan fuerte como podía y no tenía ninguna intención de quitarse de encima.
-¿Qué haces?
- Es que no lo ves.
Vi a Samanta salir de clase venía hacía mi. Se detuvo en seco y se quedo mirándome.
Salí corriendo del chico de las Ray-Ban y fui hacia Samanta.
-Tía que se ha tirado encima mía
-Como hace con todas
-No se te ocurra seguirle el royo.
-No claro que no lo haré.
Lo observé estaba solo todavía embobado , parecía aún mas tonto de lo que ya lo era.
-Espera Samanta se me olvida algo.
Corrí otra vez hacía él.
Le metí una torta en la cara, enseguida de espabiló.
-¿Qué haces?
-Es que no lo ves.
Me volví hacia Samanta riéndome sin parar.
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waau,veo q te gusta el blog de lisa y demas..jaja
ResponderEliminarla verdad q a quien no?
un beso