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lunes, 7 de junio de 2010

Capitulo 38.

-¿La señorita esta lista ya?

-Pareces mi padre enserio- dije mientras lo miraba fijamente a los ojos.

-Yo no creo que tu padre piense lo que pienso yo.

-¿En qué piensas?

-Es un secreto.

-En una relación no hay secretos.

-Lo nuestro no es una relación.

-¿Ah no?

-No, simplemente somos dos amigos.

-Entonces ¿solo amigos?

-Pues sí.

Me subí en aquella moto otra vez. La conversación me daba vueltas por la cabeza “solo amigos”.
Había un tráfico intenso a las diez menos cuarto de la noche. Estaba oscureciendo y apenas se veía el mar con claridad.

-Mi casa es por el otro lado.-grité mientras le di un tortazo en la espalda. Pero permanecí agarrada fuertemente a él.

-¿Quién te ha dicho que vamos a ir a tu casa?

-¿Adonde vamos?

-No lo sé, a un lugar.

-Por favor llévame a mi casa.

No me contestó. Me estaba comenzado a agobiar, pero los nervios la histeria, las ganas de meterle un tortazo en la cabeza, las ganas de mandarlo a la mierda con un solo chasquido de dedos, se me esfumaron en un segundo y volví a estar tranquila.
No me importaba estaba con él, con mi amigo. Tan solo era eso después de todo.

Fui mirando los árboles que me encontraba a derecha y a izquierda. Ya no había coches.
La noche estaba cayendo, no se oían apenas ruidos en aquel lugar, la carretera se iba estrechando poco a poco hasta que fue desapareciendo.

Aquello era típico de los secuestros, de una película en la que la chica es secuestrada por el chico pero ella no esta enamorada. Lo que ocurre es que en este caso la chica si que lo esta y profundamente.

Comencé a sentir frío. Quise volver a cerrar los ojos pero no pude, la frialdad y oscuridad de la noche me lo impidieron.

Paro la moto en seco, en aquel descampado lleno de árboles. Totalmente insólito y despoblado. Tan solo se oía a lo lejos el leve susurro de las olas.

Sentí miedo por un instante.

-¿Qué es esto?

-Un lugar

-Bobo, eso ya lo sé.

-¿Ahora tienes miedo?

-Ya te he dicho que yo no tengo miedo.

-¿Seguro?

-Segurísimo.

Comenzó a dar vueltas sin ton ni son. Giraba sobre sí mismo, contemplaba los árboles como buscando algo. Pero ese algo yo lo desconocía y por la impresión parecía que él también.

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