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domingo, 9 de mayo de 2010

Capitulo 30



¡Esto era totalmente surrealista! Tenía su cara a apenas dos centímetros de la mía y estaba helada de pies a cabeza. Él esperó un poco a esa distancia, no era como el cretino de John, quería comprobar si a mi me importaría. Y, sinceramente, ni yo misma sabía la respuesta a esa pregunta. Así que me quedé muy quieta, esperando que él averiguara antes que yo lo que yo misma quería.

Se acercó aún más y sus labios apretaron los mios durante un segundo escaso, un simple piquito. Pero sólo había sido una prueba para ver mi reacción.

Esta vez me besó de verdad, no fue en plan película. Fue aún mejor, porque era real, él no pretendía hacer que pareciera un beso de película, lo estaba sintiendo de verdad. Yo lo noté.

Fue un beso largo y fuerte. Cuando me soltó yo respiraba como si acabara de correr desde Madrid hasta aquí sin parar. Me dolía el pecho. Pero a la vez me sentía mejor que nunca, sentía que todo era perfecto en ese instante.

Me miro a los ojos y yo hice lo mismo. Vi que quería que le diera una respuesta. ¿Qué quería que le dijera? “Ha sido el mejor beso de toda mi vida, ¡quiero salir contigo! ¡quiero que no me dejes nunca!, ¡que me beses así cada día!” ¡No! ¡Nicole! ¡Contrólate! A ver... tenía que decir algo o salir por patas. Por un momento me apeteció poder elegir la segunda opción, pero estaba clavada en el suelo, si me movía era bastante probable que me cayera. Eso si que no me lo podía permitir, sería patético.

-Y-y-yo...- ¡Otra vez el tartamudeo! Bueno, esta vez era un poco más comprensible ¿no?

Él vio que dudaba. Sabía que no iba a ser capaz de decir una frase completa por mi cuenta.

-No hace falta que me sueltes un parrafada como la que te he echado yo. Sólo dime si te ha molestado, si es así, me voy ahora mismo, pero si...

-¡No!- no pude evitarlo, sólo era pensar que podría irse en ese momento... - ¡No te vayas!... No me ha molestado.

-Siento haber sido tan bruto... En verdad sólo quería preguntarte si saldrías conmigo mañana. Ya sabes. A enseñarme Barcelona. La cosa se me ha ido de las manos.

Yo preferí seguir hablando en susurros, si no, no iba a ser capaz de controlar la voz y acabaría chillando como una histérica.

-No importa, de verdad. Me encantará enseñarte Barcelona.

Él sonrió. Yo me puse de un color más vivo que el 'Rojo Pasión' de mis uñas y le devolví la sonrisa.

Entramos en la fiesta y le presenté a todo el mundo como si nada. El problema venía cuando algún familiar graciosillo saltaba con lo típico de: “¡Qué guapo es tu novio, Nico!” y yo miraba al suelo deseando que se abriera un agujero debajo de mis pies en ese momento.

Después de presentarse se sentó en la mesa de las personas entre 16 y 25 años y cenó como el resto de los invitados.

Yo me dirigí hacia la cocina. Había desconectado por completo durante un minuto, probablemente el mejor minuto de mi vida. Pero no podía desconectar más. Tenía que saber cómo iba la cosa con mis padres.

Me imaginaba encontrarme con muchas cosas distintas: una riña, un castigo, un llanto, o incluso que alguno de los dos me dejara de hablar durante un buen tiempo,… Lo que no vi venir fue lo que me encontré.

Sin duda aquella era la mejor noche de mi vida.

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