¿Miedo? ¿Yo? Nicole, la palabra miedo no está en tu vocabulario, yo nunca tengo miedo, siempre he sido una persona sencillamente valiente, que se arriesga. Me solté la coleta y moví mi pelo. Él se quedó en seco mirándome, asombrado. Me subí a la parte de atrás de la moto y él enseguida arrancó y metió primera.
Sentía como el viento golpeaba mi cara, me agarré con más fuerza a su torso.
Notaba perfectamente los abdominales, como si pudiera contar las onzas de chocolate que había en él. La autopista marchaba sesenta, él iba a ochenta. No, yo no tenía miedo.
Cerré los ojos y recordé aquella noche en la que todo era perfecto, aquella noche de cumpleaños en la que lo hice con él, con el chico que yo quería, Todo eran pensamientos agradables. Mi pelo se movía a la velocidad del viento, podía ver a lo lejos la playa. El mar, me recordaba a aquellos día de verano en los que tan bien lo pasaba sentada en la arena sin hacer completamente nada, tan sólo escuchar el sonido de las olas golpear sobre la orilla, buscar piedrecillas o hacer una albóndiga en la arena, miles de recuerdos pasaron por mi cabeza en aquel preciso instante. Para cuando me quise dar cuenta, él frenó en secó.
-Luego, ¿te vengo a buscar?
-Si te ofreces no puedo decirte que no.
-Pues aquí estaré, ya conoces mi cara.
Me giré y comencé a caminar hacia la heladería.
Una chica apoyada sobre una puerta blanca en la que había una inscripción de “Farineli” miraba constantemente en reloj y luego daba patadas al suelo. Sus gafas de sol relucían ante el reflejo del sol de las ocho y diez minutos de la tarde. Sus vaqueros pitillos le quedaban demasiado ajustados.
-Diez minutos tarde como siempre Nico
-Joder Saman ni que fuese para ponerse así.
-Pues si algún día llegas puntual invito yo al helado, como no llegas invitas tú.
-Jaja ¡que graciosa! Ni de coña, estoy tiesa
-Seguro que no más que yo.
-Yo te juro que sí.
-Bueno vamos a la cola
-¡Que de gente!
-Es lo que tiene “llegar tarde”- Samanta pronunció aquellas últimas palabras con mayor hincapié.- por cierto, ¿quién venía en la moto contigo?
-Ahh pues mejor dicho con quién iba yo en la moto. Iba con Bob
-¿Con Bob? ¿Nicole tu quieres morirte?
-No, conduce muy bien.
-Ya y tanto..
Se quedó mirándome. Las dos permanecimos un rato en silencio mirando nuestros al rededores.
Samanta dio un grito.
-¡Míralos!- dijo señalando a Melisa y Jonh que estaban en el centro de la heladería morreándose, todos los miraban.
-¡Qué asco! Parece que quieren que todos les miren.
-Pues creo que lo están consiguiendo.